martes, 29 de abril de 2008

El Camino a San Fernando





Es limitada la oferta para gente como yo (que, además, no van por las líneas): Tíos que van a hospedajes mochileros, que ahorran con todo para hacer ciertos recorridos y llegan entre gallos, silencio y medianoche en bus rutero. En las farmacias no había bloqueador Aval, sólo Coppertone, Nivea y otras marcas, a más de S/. 36, hablamos... ¿La otra opción? Paracas Bronze, rascadazo, con razón la segunda etapa de Paracas era Necrópolis, gracias al calor.



Llegué a la ciudad en el fresco de las 4:00 am, con unos cuantos ebrios aún tirados en las veredas, pensando en que debía dormir un ratito antes de irme hasta San Fernando, así que sería mejor de ir directo al hospedaje en vez de "buscar algo que hacer hasta que amanezca". El hostel, pues, literalmente muy cálido, con la calidez extrema con la que se puede recibir a un visitante a esa hora de la madrugada, en una habitación en la que este tranquilamente podía dormir en pieles y sin sábana, a estirarse un poco y prepararse para el alba.








No tenía como perderme lo de ese día: El recorrido hacia San Fernando. Después del desastre de Agosto pasado, una de las cosas que ya no queda es la archifamosa Catedral de las Islas Ballestas, así como gracias a los desastres contaminantes a lo largo de muchos años, cada vez es más reducida la población de aves y mamíferos marinas en la bahía de la Independencia, poco es el espacio "virgen" en el que pueda encontrar ambas cosas, fuera de la Bahía (hoy reserva) de San Fernando.




El recorrido comienza en el acueducto de Ocongalla (Foto de encabezado), de donde se extrae hasta el día de hoy agua de las profundidades del desierto en donde nos encontramos, llegando a una profundidad de diez metros en este y veinte en otros acueductos interconectados, incluyendo el de la ciudadela de Cahuachi (Foto de arriba), cuya visita se encontraba restringida por ser temporada de trabajos, lo cual viene siendo costumbre desde hace ya varios años.





La verdad, creo que las fotos pueden hablar mejor que yo. Ante la prescindencia de diálogo a la cual me sometí en el camino, preferí utilizar como guía recordatorio las fotos, que eran mi prioridad en este viaje. La ruta luego de Cahuachi y su contiguo bosque de huarangos, nos ofreció la vista del templo de Estaquería, en el que se ofrecían sacrificios humanos a las divinidades nasquenses. Se llama así por la disposición de troncos que la constituyen, tal como se ve en la foto-posera-en-sepia y en la de color, del que fue el ambiente principal del complejo.



















El camino se extiende a través del desierto llano después de nuestra parada, sólo hasta las dunas de Usaca, donde me vi cara a cara con un fantasma de niñez ñoña que quiso desafiarme: Las nauseas. Si bien es cierto, era un disfrute total pasear contra la corriente de la brisa y sentir las brasas y abrazos del sol sin represiones del desierto, no imaginaba lo que vendría con el subidón hacia la punta de ese gran montículo, cuyo ascenso hacía sentir a uno como una hormiga sobre mantequilla.










Aquellos super árboles llamados Huarangos; esos sí meten tallo con todo, hasta raíz.






Primera panorámica desde la cima de la duna de Usaca. Disculparán la torpeza de la imagen, es que ya había sufrido el sismo interior del subidón.







Por ahora los dejo con esto. Aunque no lo crean, tengo cosas importantes que hacer en esta casa y la verdad, el ardor que aún me acompaña´no me deja tener un buen texto y una buena elección de fotos para ustedes. Con esta, creo que van dos seriales de post que les debo, "que con gusto se los pagaré el próximo martes" como diría Pilón. De hecho, lo mejor de ese día recien va a llegar: La bahía de San Fernando.




Saboreen la crema pastelera, el pye ya llega.

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