sábado, 29 de noviembre de 2008

La que sabe, sabe

Todos tenemos una amiga así, pero no todos la percibimos "así".


Es más, ¿quién no ha cometido alguna vez el error, tan de estrógeno, de referirnos a ella como "un pata más", destruyéndola no sólo como sujeto sexual, sino como mujer?



Osea, una persona que nos conoce y que (oh, maravilloso destino) la conoce, tiene mundo, tiene algo de vereda y hasta crucero peatonal, tiene simpatía y la empatía suficiente para comprender tus problemas y cuando no, el cuajo de decirte "Huevón, me rayas" sin pelos en la lengua, como no, como podría agradar a todo el mundo. Que encima lee periódicos, tiene una posición muy particular sobre las cosas y es ácidamente graciosa, para mi afición personal, y le encanta tomarse sus tragos con uno.


Lo he pensado, paralelamente al caso C, me recorrió el cerebro, el corazón y hasta los órganos genitales esa idea. No son ganas, en verdad; con el ritmo de Oficina-Brit-Universidad-Gym (ya les contaré), nuevamente el sexo ha pasado a un tercer y hasta cuarto plano de prioridad, dando paso a mi estabilidad profesional, mi satisfacción emocional y el mantenimiento de mi estupendo rendimiento en campo traviesa. Simplemente, es la curiosidad por explorar una faceta desconocida con esta persona y la seguridad de que, a diferencia de las anteriores ocasiones (todas, en verdad), nuestro trato personal no se dañará en absoluto.


¿Por qué creo lo anterior? En verdad no lo creo, lo siento, y eso significa que estoy plenamente seguro del asunto. En lo que sí creo es que no siento mucho más por ella, más que un cariño profundo, como el de ella hacia mí, más su yapa, su copito de chocolate: Es KAS, tiene que haber KAS, sin compromisos, ataduras, ni problemas. ¿Seguro?


En verdad, no tanto. Seamos honestos: Yo también cometo errores rebosantes de estrógeno, "de calzón" como diría Julai, el mecánico del carro. ¿A qué se debe? Tal vez a la dieta abundante de pollo de mi casa en los primeros años de los noventa, cuando se rumoreaba que el pollo venía relleno de hormonas femeninas.

¿En qué consiste? Tiendo mucho a pensar en quien ocupa el otro lado de mi cama, cada partido que se juega en mi gramado siempre deja algo que sentir, o al menos para postear en este blog. Este caso es para mí, importante, considerando que, en el remoto supuesto de perder a esta mujer en cualquiera de sus facetas, perdería a una de aquellas que sí dejan dolor en su partida. Mal que bien, si bien esta apuesta no es tan fuerte como la prioritaria, también pongo harto en esa ficha, como con el resto de mis amigas de igual rango.

Vamos a ponerlo así, la explicación del asunto:



a) A ninguna de mis amigas las veo como hermanas o intocables. Hermanas no tengo, así que la fraternidad es una idea que no existe en mi cerebrito perverso. Honestamente, admito que mis amigas me parecen atractivas, para muchas cosas desde KAS hasta enamoramiento, el atractivo no es sólo físico; incluso ellas tienen suscripción preferente en caso de querer hacer vida de pareja y en caso de que quieran entrar a la carrera.



b) La amiga que sí sabe está en ese grupo de suscripción preferente, el punto es que ni ella ni yo queremos campeonar el uno con el otro, al menos eso dice ella; lo que es yo, estoy plenamente seguro. Eso sí, de que cada quien quiere romperla con la camiseta del otro, seguro.


c) El problema de la amiga que sí sabe es que, entre las chicas de suscripción preferente, no saldría perdiendo, y si lo hace, sería en semifinales o finales. Hoy por hoy, su ubicación está por ahí, con opción a Champions League, pero detrás de algo muy poderoso a lo que tendría que enfrentarse, de lo que ya les contaré abriendo el mes navideño.



d) No es de esas amigas que se hacen las cortas con uno, que se creen la huevada esa castrante de que "tú eres mi amigo, tú no me quieres horizontalizar como los demás, tú eres bueno". Al contrario, ella te estima, te quiere y hasta quiere comprobar que tan bueno eres en el deporte rey. Para esas, la canción de Timbiriche nomás, y que se mueran de hambre cuando les falte.


Vale la pena, creo yo. Pero también vale lo otro, porque no mencioné una cosa importante: De que sabe, sabe, ya saben a lo que me refiero. Hace tanto tiempo que se necesita alguien que sepa moverse en el campo de juego.


A veces pienso que respeto demasiado a las mujeres. No les tengo miedo, es respeto, excesivo. Eso me pasa por conversar con tipos feministas durante más de media hora.


Y este es un homenaje para la gente que sabe:


martes, 25 de noviembre de 2008

Becky Slater

"Yo una vez pensé que tenía que ir al urólogo porque hice el uno simultáneamente con el dos"



- Este post está enteramente dedicado a todos aquellos hombres que tienen que ir al consultorio del urólogo.





Es una de las escenas más memorables de la televisión mundial. Fácil Nunes aprendió de aquí.




¿Cómo hace un hombre para arreglar eso de "seamos amigos"?



Nunca me quedó claro si es que reprimimos nuestras ganas de reaccionar com Becky porque es socialmente reprobable pegarle a una mujer por chotera, o es porque estamos en la etapa "te quiero, nunca te haría daño, nunca me rendiré, nunca te dejaré, nunca seré suficiente para tí, nunca aceptaré un no, nunca...", esa misma, la que dura toda esa noche y posiblemente unos días, una semana más, dependiendo cuanto calor haya y si es suficiente para derretir ese "nunca" tan enamorado.



¿Cómo? ¿Cómo encontrar algo que le importe de todo esto? Por favor, seamos honestos, eso de "seamos amigos" no admite, en la mayoría de casos, más de dos interpretaciones:



a) Sé mi amigo, sí, prefiero que te conformes con eso a que te me acerques más.



b) Ya, para que no jodas, no me babees ni me moquees. Soy tu amiga justamente para que no tengas ganas ni manera de ponerme horizontal y KAS.



Vamos, esa respuesta es de alguien a quien (parece que) no le importa mucho el tema, al menos no como a uno. O tal vez le importe, pero su velocidad no es la misma. O tal vez le importe, pero dejó avanzar demasiado y no le queda sino aplicar un pare en seco.





¿Por qué toco este tema justo ahora? En realidad, siempre me lo he preguntado, pero ahora que nuevamente piso zonas de placer como cara y muerte como escudo, por mero instinto de supervivencia. Eso de andar más de seis años sin títulos, de fracasos de todo calibre, siempre lo ponen a uno en alerta. Es ilógico ver tanto bagre hombre suelto con mejor suerte que uno, pero lo hace pensar a uno que mejor es siempre estar preparado para lo peor.





No creo en el amor después del amor, sólo creo en la arrechura después del amor, por eso considero a los ex tan eliminables como los amigos alegrones. Tampoco creo en la amistad después de un fuego apagado con extinguidor, me suena a premio consuelo y a un constante ataque de represión tras represión, de instinto posesivo... nunca la hice, lo admito, las dos veces que la intenté, terminé pidiendo la hora y luego aburriéndome de esa persona: Definitivamente, no es igual la perspectiva de alguien en sentido horizontal que en vertical, en brazos de uno que en brazos de tercero.





Por otro lado, confieso que generalmente quedo como un gran pavo, o "infantil", como suelen calificar algunas mujeres al pata que hacía una semana se les mandó y hoy no les da ni la hora. Bueno, cambiar esa apreciación es imposible, pero igual, ¿qué quieren? ¿Un mejor amigo? No, para eso hay equipos de segunda división. La verdad, no me importó mucho, fue, es y (tal vez) será mi única forma de mantener mi estabilidad emocional.





Como se habrán dado cuenta no me enamoro muy seguido, ni muy parcialmente, ni muy suavemente. Simplemente apuesto todo, incluso el garbo que pierdo al portarme como el pavimento descrito en el párrafo anterior.





En fin, el optimismo sobra por aquí por otras razones que ya iré contando y que, en otros casos, no se dieron; y creo que también les debo el origen de C, pero no paro de chambear y de comprar pintura para pintarle una sonrisa esta noche.





Peo igual, para no perder la clase, es mejor saber como dar "amigos".





(Pensándolo bien, viéndolo como algo "innovador" y acorde con la fecha de hoy; un ganchito como el del vídeo no vendría mal, a modo de tributo al "Puma" Goiti)





Eso sí, propongo que el 26-Nov sea desde este año, el día nacional del hombre que tiene que ir donde el urólogo, tal vez por culpa de tantas historias similares a esta canción.



jueves, 20 de noviembre de 2008

Cosas obvias

A veces pienso que hablar es necesario, sobretodo cuando buscas conocer bien a alguien.


No, necesario no, IMPRESCINDIBLE.


Por eso, por ejemplo, siempre suelo darle importancia sentimental (y cuando corresponde o queda, sólo sexual) prioritaria a alguien que he conocido sin demasiado ruido alrededor, con quien haya compartido una conversación chévere a la luz del sol (aun en día nublado hay luz solar, por si acaso).


Sin embargo, siempre he pensado que hay cosas que no requieren expresión o explicación verbal directa, puede que ni siquiera expresión física alguna.


Fuera de las ya conocidas expresiones "inversas" sobre un ex con sentencia absolutoria escrita o algún tipo que le guste, clásica y creo que muy ilustrativa para todos nosotros, son las expresiones de incomodidad o de enojo, sobretodo en público. Es muy difícil que una mujer, salvo que ya esté plenamente hastiada de uno, comience a señalarle los defectos o deslices a uno con palabras abiertas o sacándonos a un lado. Un silencio prolongado, una mirada perdida hacia otro lado, un queco de incomodidad a cada frase que uno suelte, creo que ya es más que suficiente.


Nosotros también solemos ser evidentes, corporales, plenamente expresivos en algo: El interés en alguien. De alguna u otra manera, y aunque por útil uno conscientemente intente reprimirlo, siempre transpiraremos interés por la chica que nos gusta, más que por otra situación en el mundo. Creo que ya explicamos el escenario y porque incluso el amor de pareja puede llegar a ser incluso más importante que el amor filial.


Y lo nuestro no es sólo cosita de miraditas, de coqueteos, cositas así de mera exploración preliminar. Somos de invitar, de llevar, de gastar, de incluirlas en nuestras vidas...


Y bueno, creo que yo he comenzado a quemar mis últimas naves, con la disposición de vencer o morir. Hace unas semanas hablamos de la fiesta de promo, ¿lo recuerdan? En realidad, ciertas preocupaciones estaban disipadas y otras no tanto, entre las últimas estaba el día: Martes. También las cuestiones de los costos estan saldadas, así que no tendré ningún problema de índole material.



Pero, contrariamente a lo que expliqué en dicho post, por ahora se me metió un extraño virus, una extraña gana de ir a recoger a alguien, de llevarla para que me lleve, no sé a donde, no sé para qué. En fin, no crean tampoco que es una persona X, es una persona C en realidad, porque toda D tiene o tuvo antes una C.



Y C es la pareja, y mucho más aunque no muy enterada del asunto esté. Por otro lado, no creo que sea tan despistada, hay cosas bastante bastante obvias, y a mí no me va mucho el plan de hacer cosas porque soy un buen pata, o de tener buenos gestos porque soy un buen hombre. Eso es de muertos de hambre deportiva.


En otros post explicare este caso, que lleva mucho más tiempo del aparente. Es un caso cuyo desarchivamiento es adecuado. Por ahora, creo que será mejor repasar los antecedentes, y lo viejo que estoy.


Creo que la lluvia del otro día me afectó, o comenzó a erosionar el risco. De la misma forma que a Virus en esta canción...


jueves, 13 de noviembre de 2008

Compárame

Los hombres no expresamos mucho en palabras. Específicamente, no preguntamos sobre ciertas cosas. Simplemente, nos lanzamos con la comparación.


Primero fue el regalo de la navidad de 1989, quien tenía el carrito con luces, hasta que ganaba aquel cuyos padres le habían comprado ese magnífico auto chocable que, empujando el capot de la maletera, volvía a verse intacto (creo que era de Hude). Luego fue la marca del reloj, mochila, yogurt, chocolates, zapatillas o short que llevabas al colegio (estuve en un par donde la ostentación sobrepasaba los límites de la sana competitividad adolescente). Después, estas comparaciones llegaron a tener connotaciones incómodas para un joven y bisoño Raulín Raulón de los noventa.


No, nunca he tenido enamorada.

No, nunca he besado a una chica (ni a un chico, ni a una niña, ni a un niño, ni a una vieja, ni a un viejo, a nadie, a nadie, a nadie!!!!! Ni en la mano, ni en el cachete, ni en la nalga, ni a una chica que está en el cerro San Cristobal mandando besito volado desde el Morro Solar)


Bueno, lo último era faltosamente evidente, considerando que hasta se me hacía difícil saludar con beso en la mejilla a las mujeres. Igual, eso me ponía en los últimos lugares, en la cola del grupo del campeonato, donde no podía atenuar mi situación con comparaciones referidas a cosas como el promedio o cuanto de Coeficiente me había salido en la última prueba, factores poco relevantes cuando uno tiene catorce años. Dos de arena por tres de cal, siempre había un grupo que se jugaba el descenso por nosotros:


Assssssuuu, oye, Raulín le cayó a una chica...

Puta, chochera, yo no me atrevo.

Sí, y la semana antepasada le caí a otra...

Oye, eres todo un genio con las mujeres, ah...

Pero cuenta, ¿después qué?


Esa última pregunta, formulada por alguien que zafó del descenso ese año, pero no evitarlo después (al igual que Boys), daba pie a la mitología personal, otro punto de comparación inocuo.


Y así, pasé mis vivencias con otros hombres comparando expresa, directa o indirectamente, y hasta disputando situaciones de campeonato de diversas materias.


Anda, huevón, ¿facturando tanto no pagan bien?

Así es pues...

Sí, de vez en cuando pasa eso. En el Muñiz pagan 100 cocos a los practicantes, y creo que sólo 300 a los asistentes.

Claro, pero son un hueeeeeeeeeeeeeeevo de ambos en ese estudio.

Y en tu estudio, son pocos, en el suyo también... a ver, ¿cuánto les pagan?


Los cuatro colegas, en el sauna, procuraron taparse lo más posible con sus toallas. Nadie dijo nada, hasta que el más seguro de sí mismo, Javier, practicante de notaria, confesó:


570.


Había inflamado el pecho, inhalado casi toda la escencia de eucalipto del ambiente, hasta que una sonrisa cachacienta de Luis, como la de un ganador de una partida de poker entre narcos, hizo que todo ese aire se le fuera hacia el abdomen.


770, maestrín.


Me quedé callado, sabía que no iba a perder en la disputa, que tampoco iría a la Champions (¿qué decencia habría al recibir premios por quedar segundo sobre cuatro participantes?), pero con la certeza de que a Micky lo dejamos mal parado, a pesar de ser practicante de un renombrado estudio.


235...

Mierda, que explotadores, ¿por qué...?

Dolares.

Ah, chucha.


Habíamos olvidado que Micky la había hecho muy bien en su especialidad, a tal punto de haber comenzado ya a hacer pininos como asistente.


Sí pues, cuñao, yo también 750...


Sólo Micky entendió el chiste de mi frase: Mis labores de asistencia, eran pagadas como de practicante, en un estudio que, pese a su reducido tamaño, facturaba como uno de los Top 5 en Propiedad Intelectual en el país.


No se preocupen, Luis paga el anticucho y la chela, en INDECOPI están pagando mejor...


Saliendo del sauna, seguí comentando del asunto, porque sentía que todavía debía presentar escritos defendiendo mi postura, y no me cansaría hasta convencerlos.


Eso sí, saco el bachillerato rapidito, y si no me suben mínimo a 1400, se pueden ir derechito a la mierda...

Número escuchamos, cantidades de trabajo no sabemos...


Era cierto. Algunos número no eran directamente proporcionales con el trabajo o rendimiento ofrecido.


Y esas son las únicas comparaciones que no nos afectan: Las que nos hacemos nosotros mismos.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Nowember rain (Un hombre flaco bajo la lluvia)

(Es la primera vez que intento un neologismo en inglés. Puristas, disculparme, significa "Recuerdo de ahora". El título alternativo de este post es idea original de Armando Robles Godoy)





Nunca olvido las lluvias vespertinas limeñas. Recuerdo una en Septiembre de 1995, cerca de las 5:30 pm, un día miércoles; no puedo olvidar como esperé su llegada en la segunda mitad de 1997, apenas vuelto a Lima, sabiendo que no era el único, ante el perceptible entusiasmo de los tubos y canales que habían instalado en todos los edificios de la ciudad por el Fenómeno del Niño. Como olvidar el viernes 26-Ene-2001, en ese parque de malecón miraflorino opacado eternamente por el Parque Salazar y su sucesor, cuando pude firmar mi felicidad y decir, aunque suene huachafo, que tuve al sol, sus colores de atardecer y un extraño chubasco veraniego como testigos del sello de un campeonato magnífico.





Estaba redactando un informe acerca de un registro de patente, algo aturdido por mi previsible falta de energía y ánimo, previsible por la visita que había hecho un par de horas antes (Palacio de Justicia, a hablar con secretarios, ¿qué otra explicación podrían pedir?) y aturdido por haber recorrido una vez más un laberinto que ya conocía. Tic............... tic................ tic...........





De no ser porque el jefe estaba rondando todo el piso, como gamonal en período vacacional de su capataz, y porque trabajo rodeado de mujeres llenas de poder, me hubiera desvestido aún cuando mi piel hubiese tenido que tocar documentos. Tic... tic... tic... tic... tic... tic...





Si algo me gusta de mi oficina es que no había abandonado su estructura original de casa acomodada, con su techo de madera a dos aguas, de casa campestre, con su jardín frondoso, con los vecinos de Aurora con su comportamiento "campechano", con las palomas en mancha, bailoteando sobre las cornisas y tablones. Era un día iluminado, hermoso, cualquier día así es hermoso a los ojos de quien sale de las entrañas del Poder Judicial. Tic, tic, tic, tic, tac, tic, tic, tac, tic, tic, tac, tac, tic, tac, tic, tac, tac.





Mi movimiento fue automático, mi excusa fue buscar una memoria descriptiva en el archivo de la "terraza" (hay veces que tengo que darme excusas a mí mismo, y me preocupa), un azotea acondicionada como fumadero de la gente del estudio. Por un momento pensé que habían regado hasta el segundo y tercer piso, pero las gotas continuas, gruesas, lentas pero seguras, me indicaron otra cosa aún mejor: Una invitación para encender un cigarro.





No sentía frío, sólo una sensación similar a la de volver a ver la luz. Me desaté la corbata, me dejé regar, me dejé iluminar, me sentía una planta tal como un hombre que no come carne durante cinco días y hasta puede alimentarse de monóxido. La lluvia me hizo pensar en lo bien que me siento ahora en comparación a la incertidumbre de hace 365 días, en como parecía una condena al fracaso y la desazón, y como ahora puedo ufanarme, como ahora me siento en lo más gustoso posible.





Luego pensé en como esa noche me liberé, ese día también llovió. Me liberé de un cuento malintencionado, de intentos de protegerme a costa de mi libertad, y decidí dejar mis pulsaciones a su libre albedrío: Te esperé, te busqué, ser tu prisionero era mi libertad. Mientras paseábamos tranquilamente en ese taxi (porque ni a balas te llevaba en combi), estaba lloviendo, como para darle mayor sentido a mi inusitada aparición fantasmal. Fui por tí y pasábamos ese momento a solas, con la lluvia como testigo y firmante.





Abrí los ojos y pensé en las varias ocasiones en las que tuve a la lluvia como agradable visitante de dicho suceso, y no miento si digo que sentí cierto regocijo y agradecimiento por esos gratos momentos, no menos gratos por ser pocos o cada vez más distantes en el tiempo. Era algo que inevitablemente se hacía sentir, y sabía que era así, una frescura, un sabor, un olor a lluvia de verano con tabaco... y es algo que todavía puedo sentir.





La gran diferencia es que al abrir los ojos, y antes de que terminará el chubasco y te mandé un mensaje. Gasté un mensaje como quien dispara al aire sin querer asustar a maleante alguno. Sólo cuatro palabras, y algo más a leer entre líneas de teléfono celular. Cuatro palabras que sabía que eran entendidas, y que no era necesario responder porque con el solo descubrimiento era suficiente.





Hizo falta algo de lluvia para refrescarme la memoria, refrescarme el corazón al menos por un momento, refrecar los sentimientos para que no se enfríen demasiado, aunque suene contradictorio. Los buenos momentos están ahí, no necesitaba estar en el último círculo del infierno para recordarlos, simplemente un buen momento les dio cabida.





Y sí, mandé el mensaje y me quedé mirando el horizonte, cómodo, sin esperar que nada subitamente entorpeciera mi visión del horizonte miraflorino, de un sol que se retiraba derrotado vergonzosamente por el chubasco que comenzaba a cesar. Mire hacia adelante, hacia donde mandé el mensaje de texto, que para Ene-2001 no existía en mi vida, así como esta oficina, y estas sensaciones...

jueves, 6 de noviembre de 2008

Habla pues, "Fotocopia"

En un sauna, suelen aflorar los máximos orgullos de los hombres, a exhibirse ante su observador favorito: Otro hombre. Pero también suelen aflorar las más tristes vicisitudes, frente a su interlocutor más adecuado: Otro hombre.


"¿Recuerdas lo que sientes cuando tienes que sacar copias? Bueno, así me siento cada vez que intentas acercarte, abrazarme, no sé. Me encanta hablar contigo, somos amigos, pero me siento como si me mandaran a sacar copias cuando intentas eso..." Eso me dijo, cuñao...




Las risas con las que habíamos comenzado la charla cesaron por lo menos en dos de nosotros. Es que no importaba el grado de sinceridad del rechazo, lo que cuenta es el rechazo y sobretodo, la forma en que dejaba ver ella como lo consideraba a él como hombre: Similar a uno de los rituales más tediosos de cualquier oficinista.

Mierda, te comparó con el hecho de que la manden a sacar copias. (Qué constatación tan estúpida, pero servía para romper el silencio).

No, comparó el hecho de KAS contigo con...

Carajo, es igual. Da perfectamente igual.




Nadie pudo dejar de reaccionar, porque alguna vez nos han dicho algo similar, nos han hecho algo similar, o simplemente nos hicieron sentir lo mismo. Nadie dejó de decir lo que sentía, porque en el fondo era una respuesta tardía, la que no pudimos o no quisimos dar en ese momento.

¿Qué harás con ella? No sé si sea fácil eso...

Lo dejaré pasar, ¿qué me queda? Sólo cortarle los regalitos, las huevaditas...

Mándala a la mierda. Califica a una mujer respecto a como te considera como hombre: Si no lo hace, tú tampoco tienes porque tener consideraciones.



Después de esa cuota definitiva, algo soez pero útil de todas formas, de sabiduría, "Fotocopia" miró con gesto de aprobación a ese macho alfa de facto y se fue a duchar, para luego despejarse con más máquinas. No había nada mejor para contrarrestar dicho malestar que más sudoración.

Carajo, ¿cómo habrá sabido que "Fotocopia" es así de monse?


lunes, 3 de noviembre de 2008

Razones para odiar eso de "te presento a alguien"

Tengo un post al respecto aquí. En realidad, es un recopilado de una de varias conversas que tuve al respecto y que, felizmente, tuve a bien dejar atrás.


1) Porque generalmente lo hacen pensando "pobrecito, está solito". Mejor invítame una chela.


2) Porque no me gusta ser mejor amigo de ninguna mujer, y suelen aplicar ese experimental con ese tipo de patas. Sí, para eso están esos engendros.


3) Porque siempre se les ocurre eso cuando uno está en la mejor etapa de su vida profesional y vivencial, cuando te das cuenta que el gato solo se lame mejor. Muy tarde te preocupas por mi soledad, cuando ya construimos un hermoso parque sobre la casa que no querías que derribáramos.


4) Porque hay quien lo hace para que uno se largue de su lado. Me chupo esa, pero no a ella, porque quiero chuparte a tí.


5) Porque a veces, esa misma mujer es la única que tiene la medicina, si es que hay enfermedad. Repito, sólo a tí, no tengo ganas de chupar, sólo de chuparte a tí.


6) Porque no sólo quieren juntarte con alguien a quien sólo conoces de bisteck a cinco cuadras, sino que creen que se parece mucho a tí. Que bien me conoces, ah.


7) Porque generalmente, creen que sus amigas son lo mejor que te puede tocar. Uy, sí, claro, de esas fresotas. Si con mucho esfuerzo soy amigo suyo, imaginen eso con las otras tías...


8) Porque cuando ven que el carrete ya no puede estar peor, te dejan solo con ella. Con esas amistades, para que quiero un serruchero.


9) Porque más pareciera una campaña de reciclaje de la amiga apestada: La más fea, la recientemente choteada, la más tramposa. Lo siento, pero como príncipe, no me merezco quedarme con la última rebanada de la pizza de la noche anterior, guardada en la refri.


10) Porque pareciera que yo también soy pieza de reciclaje desde su percepción: El huevón que necesita que le presenten chicas con CV hasta las caiguas. Pucha, como me quieren, no era suficiente con el paporreteo de mis semblanzas en el jai faif.



11) Porque la mayor parte de las veces me las presentan en el lugar y en la hora en la que menos interesado y hábil para conocer a alguien estoy: Una discoteca, después de la medianoche. Insisto, que bien me conocen.



12) Porque es difícil hacerme entender con una chica a la que no sé como hablarle, ni de la que sé como reaccionaría. Sobretodo si es de esas amigas suyas antes mencionadas.



13) Porque en muchos casos, ella tampoco está interesada. Chúpate esa también, agarra esa flor y llévala siempre contigo.



14) Porque la felicidad ajena no es mi felicidad, y la felicidad compartida me ofrece tanta felicidad como una dentadura postiza. Al contrario, puede que tu desgracia sea mi... felicidad.


15) Porque, si es mucho más "fácil" de lo que esperaba, me hace desconfiar demasiado, y suele llegar cuando tengo ganas de algo serio. Y viceversa. Ya eso no es culpa de nadie, saladera nomás.


¿Cuál será el adjetivo correcto para esta situación? ¿Ridícula, triste, inapropiada, enojosa, graciosa, burlesca, patética, desafortunada, enfermiza, anecdótica? Felizmente, siempre hubo algo que hacer cada 31-Oct.