¿Dispuesto a ser estúpido?
(Sigo plagiando, este título corresponde realmente a este blog: http://ziempreescribe.blogspot.com, altamente recomendable)
Maldita sea, no es la primera vez que me pasa y no será la última, si es que me pasa.
A veces, no hay como dar lugar a ciertos pensamientos cuando uno es puntero*** ya un par de semans, más todavía si es que se llega a serlo después de uuuufffff... un poco más de dos años y medio. Nunca fui una persona muy entusiasta cuando no hay porqué, menos después del rompimiento, mucho menos después de uno que otro fracaso cuando volví al ruedo. Y en realidad, no debo serlo ahora, ni creo que debí serlo hace unos días, a veces pienso que ciertas tácticas femeninas son como navajas suizas, cuyos filos van más allá de ser dos. No tengo porque empilarme tanto si D quiere volver a salir conmigo hoy, viernes, como el anterior, del cual ni siquiera estoy totalmente seguro de que si la hemos pasado totalmente bien o no (parece que sí, pero sólo cuando te arañan y te estrujan la espalda puedes estar 100% seguro, las palabras nunca son tan confiables).
Entérense: Después de muchísmo tiempo puedo decir seriamente que ESTOY SALIENDO CON ALGUIEN, después de más de dos años del rompimiento, entre recuperación, negación, período de odio total y abortos de intentos que no llegaron ni a engendrar (ya se enterarán). Exactamente desde el 22-Oct de este año, cuando simplemente caminamos a lo largo de una de las hermosas avenidas de su distrito mientras ella iba a la casa de un familiar y yo volvía a la universidad. El viernes de esa semana, fuimos al cine y a probar unos nuevos sabores por ahí mismo, sin contar la visita por las distintas disqueras y el aún existente Blockbuster de por ahí, con la acostumbrada comunidad del gusto por leer la contratapa de los vídeos y DVD.
Este viernes es distinto y no sé dónde comenzó el itinerario de mi estupidez. Tal vez en esa conversación risueña que tuvimos por teléfono el miércoles cuando le dije que escogiera el lugar y cuando me super entusiasmó el hecho de que me sugiriera ir al teatro (de hecho, el viernes pasado ya había sorprendido, ya se enterarán también), lo que me hizo seguirle la corriente. Ya estaba en su casa, bebiendo limonada y viendo como un lindo sacón rojo cubría sus generosidades mientras terminaba de cerrarlo.
Ya en el taxi, comenzó a hablarme de la obra que veríamos y las dudas regresaron por un momento a mi mente: Después de lo que vimos el viernes anterior, ahora tendríamos una versión teatral de uno de esos musicales gringos sobre adolescentes que yo tanto detesto. Podía pasarlo por alto, total, el lenguaje teatral es distinto al cinematográfico, pudiendo hacer pasar ante mis ojos cualquier cosa de Kung Fu como un soberbio musical, pero lo que siguió fue lo que dio el campanazo de alerta roja: Su ex era el protagonista de la puesta en escena, y pensaba ir a saludarlo CONMIGO después de la función "ya que a tí también te gusta la actuación", D dixit.
Estuve en silencio en el tortuoso camino hasta el local, demasiado largo, cruel hora punta. Pensaba en que todo esto no significa casi nada si aún seguía presente la figura de él, no sabía que otra intención podría tener D para hacer esto o para ir a ver a alguien que la cortó por algo que ella no lograba entender. Simplemente, me atormentaba la idea de llegar a agarrar con ella esa noche mientras ella pensara en el ex, de llegar a más allá con el todavía en su mente, la idea de que yo nunca pudiese ser al menos suficiente para ella como para tenerme presente. No pude evitar ciertos silencios en el asiento, ni mirar hacia la ventana y abrirla un poco para que el viento refresque mi rostro.
Y estamos ahí. Y estoy ahí, parado en la vereda, con algunos segundos antes de que explote esta bomba de pachouli suficientes para crear excusas o enfermedad y dejar de ser puntero nuevamente. Pienso en algo que se note menos maricón, cuando siento sus dedos rodeando mi muñeca y una parte de mi mano izquierda, mas no mi mano.
- ¿Vamos? Me dice, sonriente, casi saltando los veintidos centímetros que hay entre la cúpula de su cabeza y la mía.
Mientras sonríe y me jala hacia la entrada, me doy un segundo de oxígeno ¿Cuántas estupideces puede cometer una persona normal en una noche? ¿Y cuántas podría cometer yo? Tengo la lista de las que aún puedo evitar aunque quede muy mal con ella:
a) Ver algo que siempre me pareció una bastardía del cine y los musicales.
b) Ver actores montando en escena algo que siempre me pareció una bastardía del cine y los musicales.
c) Comprobar que sí, rodea con su mano mi muñeca y parte de mi mano izquierda, pero no encerrará mi mano en la suya.
d) Dejar que D y su ex noviecito echen mutuamente bencina a sus casi muertas fogatas, EN MI CARA.
e) Mostrarme cordial con el tipo.
f) Posibilitar su reconciliación definitiva.
¿Y que tal si... llevo agua para mi molino? No sé porque me siento capaz de revertir ciertas condiciones. Posiblemente, esto sea una prueba para saber cuán puntero soy, si soy de los que ganan partidos chicos y fáciles o de los que también ganan los difíciles o aquellos contra el antagonista.
Ya entramos. Y no es la primera vez que me lo pregunto: ¿Estoy dispuesto a ser estúpido? Pues no, pero esta noche no hizo más que comenzar y, extrañamente, hoy siento que el que no arriesga no gana; y los Enanitos Verdes lo dicen, nada es tan importante como un hombre decidido.
*** Puntero: Persona que está haciéndola bien con una chica, con la mejor oportunidad para campeonar. En realidad, fue puntero desde que la conoció.
1 comentario:
Como solía decir un amigo mío: todos somos imbéciles, pero hay dos variantes. (A) Los que se saben imbéciles y se esfuerzan para no serlo. A pesar de que sea imposible. Nadar contracorriente. (B) Los que no se dan cuenta -no opinan, no saben- que son imbéciles. Yo me declaro un imbécil.
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