viernes, 6 de abril de 2007

CAPITALIZAD! Parte I (Bendita Mass Media!)



Si hay algo que he interiorizado muy bien, es que aparecer en los medios de comunicación masiva le sube los bonos*** a alguien de una manera increíble. Sé que estoy engrandeciendo demasiado este hecho, pero es con fines didácticos.

Excepto por una vieja amiga que está en el 5 ahora (Panamericana ya no le sube los bonos a nadie, ni al previamente beneficiado por ellos Carlos Galdós), conozco de casos de esos donde incluyo a conocidos míos en distintos grados. Sin despreciar su talento, no imagino que hubiera sido de la vida de Gael García sin Diarios de Motocicleta o de Ricardo Darín sin Estrellita Mía, entre otros y otras, sin ese efecto mágico del ecrán, de la vía satelite, de los impresos. Gael o Ricardo, nombres comunes y corrientes cuando no están en una cinta de 8mm, eran los mismos tipos medio federicos que los que se parecen a ellos en las calles hasta que la magia llegó a sus vidas y sus rostros, por más antiestéticos que puedan parecer, le completaron el nombre a cada uno y le inauguraron una gran cuenta de bonos que hasta ahora no baja.

Cuando uno se hace público, algo extraño sucede: Las imperfecciones faciales no existen aunque la iluminación sea inidónea, las huatas tienen la excusa de la cámara o simplemente quedan atrás en la memoria a comparación del rostro, la gente siente una extraña (y gratificante) inflamación pectoral cuando lo ve a uno, sobretodo si este uno nunca tuvo un "momento de gloria". ¿Por qué digo esto? ¿Por qué lo engrandezco? Pues porque me ha sucedido no hace mucho, sin que sea la primera vez ni culpa mía, lo que ya me permite construir ciertas hipótesis.

Hace unos años, en los meses de verano, tuve una breve aparición en una sintonizada serie, "breve" es mucho, "microscópica" es un adjetivo más adecuado: Salía junto a un amigo comprándole tarjetas de pollada al personaje más simpático del programa, resaltando mi entonces gran papada. A pesar de que sabía lo que iba a pasar y que eran sólo cinco miserables segundos, me hizo levantar las cejas y sonreir un poco, levantando las cejas.

Para hacerme levantar otras partes de mi cuerpo, cuarenta y pico minutos después recibí una llamada: Era L, una de las mejores amigas de D, la chica con la que estaba saliendo hasta hacía poco, con quien había tratado normalmente (de las amigas de D, era con la única que congeniaba) pero no tanto como para considerarnos amigos. El primer tema de conversación fue obvio y debo admitir que fue de palabrería muy risueña, luego fuimos hasta como estábamos, qué andábamos haciendo, cuándo comenzaban las clases, con cierto interés y con obvio cuidado de parte de ambos, L cuidando de no mencionar a D y yo de no preguntar por ella.

Hablamos un par de veces más durante esa semana. Nunca le di mucho pié porque, entre otras cosas, no terminaba de confiarme de ella ni de su repentino interés por mi vida, por la facultad o por mis estudios de actuación (que nunca hice sistemáticamente, así de simple, así como se lo dije) y porque aún estaba el desenlace frustrante del caso D, en el que había sido puntero del campeonato durante más de la mitad de aquel, que me dejó algo triste, y con la poserísima costumbre de bajar cualquier cojudez bailable (ya borré casi todas, por cierto, y antes de que pasaran de moda), entre otras que ya detallaré en su momento.

Volví a pensar en esa y en otras circunstancias donde agarré un poco de "protagonismo" público inusitadamente bien recibido hace unos días (la carne de cerdo SUBIÓ!). Estando en la fotocopiadora de la oficina, una de las chicas de la zona J me saludo con una actitud un poco más de viernes, con una energía mayor que la que se pone al cortés hola-chau y a medida que seguíamos con el protocolo de gente sin mucho contacto entre sí, me mencionó que había aparecido en Canal N y en El Comercio en una manifestación en el atrio de la Catedral, lo que a su vez llamó la atención de buena parte del resto de gente que estaba ahí, principalmente mujeres de la zona J. Fue el primer día en el que me ocupé en contestar tantas y tan importantes preguntas sobre mí mismo desde que había comenzado a trabajar, lo que me permitió añadirle unos cuantos toques para abrir más la conversación.

Resultaba que también había sido reconocido por la cabeza de mi sección y por unas cuantas mujeres más (no me extrañaba, hay hombres que sólo leen El Bocón, y eso, semanalmente), pero ya para el día siguiente había trazado un objetivo: CAPITALIZAR*** ese efímero favor que me hicieron unos periódicos y unos canales de televisión al decir que eso de la Catedral fue una gran manifestación, de tacharme de "caviar" o marxista-leninista en algunos casos. Obviamente, volví a pasearme por el lugar de las copias y me tope sólo con S, una de las mujeres más atractivas de la zona J, con la que volví a charlar, por supuesto de otros temas (porque los refritos enferman el estómago y el corazón) graciosos como la versión institucional de nuestra oficina del Día del Abogado hasta notar que ya tenía el suelo lo suficientemente blando para preguntarle qué hacía después del trabajo, qué iba a hacer en Semana Santa y así, de pregunta en pregunta, invitarla a salir.

Esta aparición parece que me ungió de una excelente fortuna, comparada con la de los últimos meses. S es soltera, con compromiso semidesconocido y sobretodo, de una soltura increíble hasta ahora, eso sin contar que se viste muy bien fuera de la oficina. Por otro lado, nunca llegó el memo de amonestación del cual me advirtieron, parece que en las zonas jerarcas ya bajó mi hinchazón.

El frappo que ella pidió se parece un poco a su brazo derecho, el cual he rozado un par de veces de pretendida casualidad, será igual de dulce y estimulante. Es cosa de inspirar y exhalar serenamente, S, ya estoy volviendo al anonimato, puede que llegue a ser a tu merced y perpetuamente tuyo, mi bien, aunque alguno de mis desvaríos vuelva a hacerse público, si es que así pasa, si no se nos pasa.


Semana santa, ¿verdad? Su cumpleaños es en Septiembre, habrá un cambio importante en el santoral***.


*** Subir los bonos: Mejorar la idea que hay sobre uno entre cierto segmento del público femenino, subiendo su "valor de mercado". Un cartoncito siempre le sube considerablemente los bonos a uno.


*** Capitalizar: Aprovechar ciertas situaciones en favor de uno de tal manera de que conduzcan directamente a un resultado deseado. Tienes que capitalizar las circunstancias de ese viaje.


*** Santoral: Así como el religioso, lista de fechas asignadas a cada santo o, en mi caso, a cada una de mis amistades y grados mayores. Por supuesto, el día más importante del santoral estaba en el mes de Octubre.

2 comentarios:

Eva María dijo...

Capitalizar: guardar pan para mayo?

Welcome back.

Martín dijo...

Dos cosas y un epílogo. 1. La televisión (más que diarios y revistas) es la verdad por partes o mejor aún, la parte más real concebida por el hombre. A ello se acoge la siguiente frase “la televisión siempre dice la verdad, hasta cuando miente” y, 2. Las mujeres hermosas de la zona J son increíbles. Epílogo: Yo quiero salir en la televisión.