sábado, 1 de septiembre de 2007

¡Todo o nada! NO la tercerización


Julio Iglesias y Diana Ross - All of you


¿Qué diferencia a un novio, esposo o enamorado del resto de hombres para una mujer? Doy una primera pista: El hecho de tener sexo con él sin tener que dar explicaciones u ocultarlo no es. ¿Una segunda pista? Sí, los novios (en teoría) la conocemos más que cualquiera y sabemos como sacarla de ciertas situaciones y/o alegrarle el día. ¿Una tercera pista? Cómo no, es una persona permanentemente atractiva para ella, comparativamente más atractiva que otros patas por diversas razones. Creo que hay muchas más pistas que hay que juntar.

Aparte del
cuidado físico que solía darme, en mis períodos de enamoramiento (con campeonato o no, pues aparte de alma y corazón hay que tener vida) hay otras cosas tan o más importantes. Solía entrenarme como psicoanalista, terapeuta, consejero, humorista stand up, narrador de cuentos, amante horizontal, amante vertical, rescatista y hasta figura visual, más allá de que en algún momento rebasé los límites de la superficialidad. Y todo tenía una razón: Evitar la tercerización, eludir la posibilidad de que las cosas que tengo que hacer necesiten del desempeño de otros que no debieran tener espacio por aquí.

Nada en la vida es gratuito y cosas incalculables como el amor se pueden acabar en el momento menos imaginado y menos conocido, pues nunca sabes cuánto es poco, cuándo es mucho y dónde está el punto adecuado. El amor nace y también puede fallecer subitamente o después de largas sesiones de agonía: Se enferma, se distorsiona o simplemente (como está tan de moda) pierde su sentido en sí mismo. Por eso, nunca me basta con las ideas de que el amor puede todo, que es 100% incondicional y eterno, menos con el inexplicable derecho de pasearme con ella donde sea tomado de su cintura, de su espalda, de vivir enroscado a sus dedos y sinceramente, creo menos en esas y otras manifestaciones más tórridas.

La calificación de gordito, amor (sin distorsiones de la palabra, que me llegan), Monito de harina Nicolini, etc. es algo que nunca compartiría con nadie, que jamás me arriesgaría a perder. Y en estos casos, el verbo "perder" abarca muchas formas, como "desgastar", "detener", "enrarecer", "mutilar" y sobretodo "compartir".

Detesto pensar en que mi pareja confíe sus momentos más difíciles a otro hombre, sea quien sea, por más confianza que pueda tener ella y hasta yo, por muchas razones. ¿Qué tan capaz para sostener sus problemas y sacarla a flote soy, si es otro quien la escucha y a quien acude? A veces pienso que no mucho, tan poco como para ser capaz de sentir sus tristezas aparte de sus alegrías, convirtiéndome en la persona con quien sólo se pasa bien el día. Me jode que en su vida haya alguien que cargue con sus pesares.

Odio la idea de que alguien pueda ser más divertido que yo a sus ojos. Sé que esto linda con los celos más frívolos y con un egocéntrismo casi enfermizo, pero es también otro elemento que existe. ¿Qué haces tú ahí si eres sólo un tipo al que le pasa lo mismo siempre, sin mayor gracia que los demás? ¿Cuánto puedes crear y cuanto más te puedes alejar de lo cotidiano, de lo llano, de lo que justamente caracteriza al resto de hombres? Si no puedes vender ni pequeños frascos de felicidad, se corre un peligro increíble de ser eliminado y triturado, a veces es mejor irse enterito.

Sólo dos pistas como ejemplo. No entiendo como otros hombres permiten estas y otro tipo de invasiones, o a los que creen en las relaciones abiertas (saben a lo que me refiero, y hay, aunque no crean) tal vez por cierta cerrazón de mi parte. No podría sostener una relación incompleta, en la cual podría pensar que mi rotulo de "enamorado", es sólo un calificativo, un título comprado en el Jr. Azángaro que sólo sirve para que ella lo mencione o para que tipos incompetentes abdiquen cualquier intento de seducción, o tal vez la contraseña para pasar las noches con ella. Hay cosas que hago mías con ella, como sus problemas, sus malos días, sus necesidad de reir, and I'll take nothing less.


Parece algo egoísta todo esto y no niego que en realidad lo sea. Pero estas cosas son de seres humanos, se componen de los mismos elementos, nunca podremos ser perfectos, pero sí seremos magníficos, cosa de esforzarse y creo que con ella vale la pena.





PD 1: Diana Ross me encanta, pero Julio Iglesias tiene momentos en los que me llega bien al chómpiras. Por eso, le deseo que lo del penecito de su hijito sea hereditario, para que no se sienta bien.

PD 2: Esta cuestión es muy peligrosa, por un motivo que tocaré en otro post.

PD 3: Me gusta de todo y créanme, para esta temática, no hay género musical no aplicable. Por último, ¿qué, ah? Me gustan esas canciones, ¿o prefieren algo de Belinda, Kulikitaca o Néctar, que está tan de moda?

4 comentarios:

Anónimo dijo...



Yo tb escucho un combinado bravazo de musica :)

MUA!

Germán Terán dijo...

Yo alguna vez fui ese tercero del que tu tanto te quejas, el que conoce más de tu enamorada, el que la ayuda, el que la hace cagarse de risa, etc.

Hay algo que no se puede evitar, la amistad. Pero si ya viene con la pendejada (él metiendose en tu relación y rajando de ti), hay que hacerle el pare al vroder en una.

Nunca le hice la cagada al pata, principalmente xq aquella chica más que amiga era una hermana.

Suerte y deja siempre las cosas claras (a ella y a su mejor pata).

Anónimo dijo...

Truly: Sí, vivan los sumpercombos Enferma!

Germán: El problema también viene cuando uno hace mal las cosas. Hay gente que piensa que la enamorada es sólo una boca para besar y permite demasiados espacios, están cagados. Y en cuanto a delimitar, si alguien se detiene, hay orden de disparar, no me hago paltas...

Anónimo dijo...

PD 1 (ja já no creo que sea hereditario)
.
.
.
PD 2 (esperare el próximo post)
.
.
.
PD3 (la moda así como llega se va)