jueves, 20 de septiembre de 2007

Cuatro sentimientos indeseables

En la extensa jungla de la decepción amorosa, muy extensa en mi territorio al menos, existe clara diferencia entre diversas zonas. Así como para Pulgar Vidal decía que no había una sola región llamada sierra peruana sino cinco regiones de altitudes distintas, dentro de este rubro que toco yo también he distinguido cierto número de sentimientos incómodos que circulan en su cabeza y/o corazón al decir "NO".





En realidad, son todos algo dolientes, particularmente yo no me siento bien pensando "No estamos, pero al menos seguimos siendo amigos", pues para mí no hay peor separación de la mujer que ame que la amistad con ella (o que me guste, al menos). Sin embargo, hay algunos de ellos más incómodos, tal vez porque uno no los puede dominar ni puede disfrutar de ellos: Uno puede disfrutar, por ejemplo, del odio que puede sentir una chica con la no escueta sensación de que al menos no se es indiferente, o con el rencor.





En mi corto tiempo en este mundo he probado, seguro, más sabores del sinsabor del viviente que el 75% de la población al menos, y de este tipo fácil el 90%. Por eso yo conozco de casi todos esos sentimientos, tanto que puedo mencionarlos y con toda la seguridad del mundo decir que nunca quisiera despertar algo así en alguien que me importe:





a) Compasión: Sí, este hombre ha despertado compasión de alguien, y más de una vez. No fue necesario evidenciar lo que sentía, ni siquiera lo fue pedir algo, simplemente se notaba. Esa predisposición a salir sólo por verme algo afectado, aquel bajón en su tono de voz a modo de consuelo de media hora y con opción a otro lapso si metía otra ficha, después sus ganas de saber sobre mis tragedias y sólo decirme que todo iba a estar bien, sólo estar ahí para confirmarse una y otra vez cuan blandengue podía ser, hasta que finalmente ese discurso plagado de "sólo" esto o "sólo" lo otro. Es horrible que interesa sienta algo así por uno porque simplemente te minimizan como hombre, hasta convertirte en algo similar a un enfermo en paciencia terminal, convaleciente eterno, es una forma de rechazar no sólo por disgusto sino por considerarte inferior y para nada digno de algo importante, sólo algo que puede sortear...





b) Temor: Ella simplemente no te entiende. No entiende porque haces esto o haces lo otro, porque eres tan directo o porque simplemente te comportas tú así. Ella simplemente siente que le haces daño, ¿cómo? Ni siquiera lo sabe, simplemente tu presencia es inquietante, eres un misterio incontrolable e indeseable.



Siempre serás un extraño para ella, por más de que quieras ganar su confianza y acercarte a ella, nunca estará segura, ni cómoda, sólo eres un ser extraño y siempre lo serás, pues ella nunca querrá dejar un resquicio para poder colarte. Sólo tendrá tres o cuatro ideass horribles sobre tí en la cabeza, versiones desfiguradas y palabras desafinadas sobre tu existencia, convirtiéndote en una amenaza para su universo de sueños al que, como lo que ya eres según ella, nunca podrás entrar y que tal vez ni siquiera exista.





c) Admiración: Lo opuesto a lo anterior, con cierta incidencia en mi vida. Tampoco fue necesario ser muy sincero y directo para nada, pero el problema de esto fue otro. Todas esas ganas de verme, de hablarme, de estar cerca de mí, que al menos no eran por cierto interés, eran por mí, por lo que yo era, sin correción, distorsión ni aumento, y todo genial, todo por las nubes sin escalas para mí. Le encantaba mi forma de ser, podía ser su compañía perfecta, puede que hasta le gustara mi apariencia, pero... ¿me quería? No, no, no, no, repetidas ocasiones, las mismas que eran acompañadas por sinceras expresiones hacia mi forma de ver las cosas, mi forma de vestirme, mi forma de pensar, admiración, sorpresa, pero el amor estaba reservado para otra persona. Sí, alguien distinto, que no la obligue a mirar tan alto, alguien que no provoque algún choque de desilusión con la realidad, que tenga la prerrogativa de cometer errores y de no despertar expectativas.

En realidad, jamás me hubiera querido, aun cuando le gustaba esta versión mía, pues sólo era la figura que le garantizaba la alegría, posiblemente esa satisfacción hubiese desaparecido con la tristeza o los ratos amargos: La única garantía de la admiración hacia uno es la soledad, pues esa persona sólo pensará en esa imagen que adora, pero nunca en una variación de furia o lágrimas, incapaz de prestar un refugio donde poder recuperar el aliento. Esa imagen tan estupenda fue extraída de su círculo casi desde el comienzo, pues eres diferente, sólo eso...



d) La princesa y el enano: No sé como llamarlo, sólo como ese cuento que narra Fele Martínez en la película Tesis, cuando jamás me cansé de hacerla feliz, mientras ella... bueno, ella sólo quería que la siguiera haciendo sonreir, incluso cuando ya estab claro que dejaría de bailar y hacer cabriolas simplemente porque... bueno, no me gusta decir esa frase. Es muy parecido al anterior, con una única variación: Estás a su alcance, hasta que descubres que sí, tu finalidad es sólo que ella no pase mal el rato aunque te cueste la energía, aunque ya sepas que aquello no es para tí.





Es que hay una persona de la cual sólo esperamos una cosa. Aunque no cueste demasiado de parte de uno y parezca insignificante en su momento, el amor parece lo menos que no se puede hacer, aunque sí se pueda lo más. Una contradicción que despierta muchas preguntas y pesares, muchas lamentaciones y automaldiciones, ganas de ser distinto o simplemente ganas de ser aborrecido, detestado. La única garantía es la de la soledad, que a aveces parece que no conociera de imposibles y parece mirar a todos a los ojos.

2 comentarios:

P dijo...

el amor es en realidad una reverenda caquita :) una en verdad apestosamente cruel y necesaria.

Me Myself & I dijo...

En 'Temor', fácil tú viste señales equivocadas y la otra persona, nada que ver.
Pero 'La princesa y el enano' Me parece cruel' por que es una escena como que 'Ya, tú me diviertes/entretienes pero cuando venga el cuero de mi príncipe me dejas en paz, ok?' Esos cueros de príncipes resultan ser por lo común drogos, posesivos, patas que sólo quieren meterse en los pantalones de una o las tres al mismo tiempo. Pero ya dejándonos de cosas, si por alguna razón te hubieran aceptado, no habría sido por que querían, y hubiera sido una mala relación.