De lo que no se habla en el pabellón madre-hijo (Parte I)
Mañana del 25-Dic-08:
Madre de RR: ¿Raúl? ¿Estuviste aquí toda la noche?
RR: Sí mamá, ¿dormiste bien?
Madre de RR: Sí, con una copa del champagne fue suficiente para hacerme dormir...
No sabía que más decirle, pero pensaba en algo, con urgencia. El silencio era incómodo, principalmente porque mi madre conoce mis reacciones.
Madre de RR: Fue fea la semana pasada, pero...
RR: Mamá, no quiero tocar el tema.
Madre de RR: Hijo, hiciste bien, es cierto que estabas muy entusiasmado, con el futuro también.
RR: Así son las cosas, ya está dicho todo...
Madre de RR: Tampoco es bueno que te des a la deriva así. Ya estás graduado, eres practicamente un profesional...
RR: Sí mamá...
Madre de RR: Hijo, tampoco es bueno que estés tan insatisfecho y te quedes así, esperando o evadiéndote. Está bien que quieras salir unos días, pero no puedes apartarte tanto...
RR: Lo prefiero así, siempre estuve más tranquilo así, no sé porqué se me ocurrió lo contrario alguna vez.
A pesar de haber intentado ser tajante con mi respuesta, sentí que no me había evadido.
Madre de RR: Es que no es bueno que estés así...
RR: ¿Así? ¿Cómo?
Madre de RR: Solo...
RR: Así estoy mejor. Creeme que no me hubiera sentado bien la otra opción...
Madre de RR: Pero hijito, eres joven, tienes todo a tu alcance y...
Fui al grano: Encendí un cigarro y quemé segundos fumándolo, sin mirarla. Mi madre entendió y se fue, reprimiendo exitosamente cualquier gesticulación o cuestionamiento.
Una de las cosas que nunca compartí en mi relación familiar fue el tema aquel, el tema tabú. Ser hijo único lo acerca a uno a los extremos del apego: O bien se puede llegar a depender sobrehumanamente de una presencia materna o paterna permitiendo su intervención, o se puede establecer paralelamente los círculos de la vida sin que estos se acerquen, lo cual es mi elección.
Siempre supe de la gran diferencia de percepciones de vida entre los tres, y que estas harían muy difícil le intercambio de experiencias en ciertos aspectos, en los que preferí el intensivo amoldamiento a través del paso de los años. Fui percibiendo eso desde sus interrogantes acerca de mi aversión a ciertas actividades escolares, mi intencional ausencia a la confirmación, mi poco típico comportamiento adolescente, entre otras cosas que terminaron por darme dos puntos comunes con otros chicos: Los padres nunca están conformes con sus hijos y que las generaciones sucesivas son opuestas entre sí.
La única vez en que dejé evidencia "eso", fue cuando salí de casa por una temporada para habitar un departamento en el centro, mientras trabajaba en una aseguradora. Mi real intención no era la de tener espacio, sino la de dejar la universidad e iniciar una nueva carrera, en simultáneo con la última búsqueda de LMS; pero ya mis padres habían monitoreado algo y, tal vez simularon tragarse el cuento, aunque hasta hoy estoy seguro de que nunca supieron del accidente LMS, a pesar de haber conocido las secuelas debidas a "una tendencia natural a la depresión, al insomnio y a la soledad", más de cerca de lo deseable.
Mi problema con la insatisfacción paterno-filial lo creí enterrado al aceptar ir a la graduación. Si bien no quería tener que ver nada más con el tema, pensé que asistiendo y dejando ver a mis padres lo que ellos consideraban uno de mis momentos de gloria (y yo, "un espectáculo picante y divertido"), los dejaría tranquilos por unos cuantos años, al menos hasta regresar de Ecuador casado con una publicista quiteña ("...que podría mejorar el mercado peruano en cifras exponenciales y escandalizar el chauvinista patriotismo familiar", estados posibles del mundo nada descartables).
Sin embargo, por esos días de tensión laboral-de-graduación-navideña y marasmo romántico, había dejado muchos cabos sueltos, los suficiente como para permitir peligrosas incursiones, más precisamente maternales:
1) Un par de semanas antes de la noche del escándalo (me gustan las denominaciones similares a titulares de diario deportivo), a eso de las 10 de la noche, mi madre me contó algo con cara de maravilla: Una chica de la facultad ... (no recordaba su nombre, al menos) me había llamado, y se habían quedado conversando unos segundos.
"Simpática tu amiga, no sabía que conocías gente de intercambio", me dijo mi madre, con una expresión de satisfacción por el (supuesto) buen gusto de su hijo.
"¿De intercambio?", pregunté extrañado y parcialmente aliviado, pensando en un error.
"Sí, española creo", carajo, le había achuntado la vieja. ¿Quién más conservaba el acento español diez meses después de haber regresado al Perú?
Los momentos previos a la última salida con C antes del cataclismo en Cieneguilla, estuvieron salpicados de preguntas de mi madre y de mi padre (muy impertinentes las de él, a las cuales me referiré en otro post), que respondía con ligerezas, lejanas a una realidad que conocían mejor de lo que creían. Era La Española, y yo preferí mantenerlos en la ignorancia.
2) Al regresar de una jornada sabatina de entrenamiento en el gym, no evité encontrar una pila de cuadernos en la entrada del cuarto del lavado, pero tuve que contener la ingrata sorpresa de encontrar un cuaderno rojo abierto con un mensaje: "1999", escrito con Liquid Paper en la pasta.
"¿Esto fue lo que presentaste en las ediciones de la universidad, no hijo?", preguntó mi madre, con cara de sorpresa grata.
Eran cuadrículas que había escrito para flying girl, la segunda mujer que me trajo hartos problemas en mi época escolar, y por mucho tiempo. Parecía que se había quedado en las primeras páginas, así que la barajé rápido nomás:
"No mamá, lo mío fueron dos cuentos y tres artículos. Uno de los cuentos está por acá, no sé, no está en este cuaderno, porque lo escribí en la pre, déjame buscarlo", cogí toda la pila y la inmovilicé en mi habitación, preguntándome donde andarían mis otros cuadernos.
Lo que no pude barajar es el sobrevuelo que mi madre empezó a dar sobre lo anterior a C (o "La Española"), como quien insiste en husmear en el interesante historial de alguien que recién conoce.
3) "Raúl, ¿qué es de la chica, Eliana? En la calle vi a una chica parecida, y la saludé"
Inmediatamente encendí un cigarro cuando mencionó a Eliana, para dejar entender que se trataba de un tabú entre los tabúes. Eliana es esa amiga no sólo calienta-gónadas, sino también calienta-cabezas y anticuchera (cocina-corazones) que uno, por alguna extraña y cojuda razón, mantiene en su vida años de años, como latas de conservas para consumir en un posible desastre y que, al suceder, resultan haber expirado meses atrás. Al tiempo, yo fui convirtiéndome en algo similar, luego en su más admirado, inteligente y estrambótico amigo (algo que suena a 1'000,000 de Intis) y más tarde, cuando encontró lo que nunca quiso buscar en un joven clasemediero de Jesús María, en "PATA" (algo que suena a 1'000,000 de SOLES ORO).
Lo peor vino cuando regresé del norte, con la mente fresca:
"Raulito, ¿saludaste a... a...? ¿Cómo se llama tu amiguita (sic) española?"
"Ya se fue a Sevilla, mamá" dije, para contener el dique, al tiempo de encender un cigarro y ganarme un regaño de mi viejo (era mucho mejor que soportar ciertas preguntas).
Mi madre me miró con cierta resignación, como si hubiese estado más interesada que yo en el tema, interesada no sé en qué, y eso me molestó un poco. "¿Interesada en que su hijo se empató bien con una europea?", pensé por un momento, deseando que deje esa resignación ajena y tratando de armar ciertas explicaciones que no podría entender.
El problema es que mi señora madre ya estaba preparando otras medidas cautelares antes del Informe Oral que debía hacer. Materia de otro post en fojas posteriores.
Lo dejo con un clásico con un célebre cabeza de pinga y un cover de Diana Ross: Phil Collins y "You can't hurry love".
4 comentarios:
Tu viejita se parece a la mía. Tiernamente metiche.
¿Me parece o tus post están hechos de tal manera que te enchufan otros post?
Saludos, gracias por darte-un-salto/haber-caído en mi blog.
Pucha, no se si todas las madres sean así, pero la mía es igual de fregada, cuando le comento q tengo amigos de otros países se pone feliz jajaja...creo q quiere q me vaya con uno de ellos jajajaja...en fin... u_u
Dios Ateo: Ese es el gran problema de mi madre, ser metiche y chocolatear demasiado.
En efecto, todas las historias tienen algo que tiene que ver con otra, como que son de la misma vida.
Lara: El problema es que siempre he evitado que ingrese demasiado, ni siquiera le comento cosas.
Sí pues, últimamente a las madres les da por sacar a sus hijos del país.
Así son todas las mamás, no? Sino pregúntale a Galdós.
Saludos!
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