lunes, 22 de octubre de 2007

Táctica y Estrategia: Feriados, la billetera de mamá y Offsprings

Continuación de Táctica y Estrategia...



Días 7 y 8 (8 y 9-Oct):



Nada mejor que trabajar para llenar el alma, sobretodo un día feriado. En realidad, ni siquiera debería hacerlo por mi salud (últimamente, mi trabajo amenaza la paz de mi estómago, aparte de J y la universidad) y, al haber llegado yo en Julio, no tengo más que 1/4 de la culpa del bochinche permanente que representa la oficina.


Llegué a las nueve, revisando casos, escribiendo proveidos, respuestas, informes, cuestionarios, entre otras cosas. Muchas cosas que extrañamente se quedaron en el tintero o en el teclado, tantas cosas que se podían hacer entre las 7:50 y las 8:20 (hora general de llegada de mis compañeros). Tal vez lo evité, tal vez por el apuro por salir, pero ni las gracias recibí, sólo una intentona de mi jefe para recibir unos diez mangos para algún refrigerio... ¡hablamos!


De todos modos, con la cabeza llena de preocupaciones, de clase de IR fresca después de la chamba del martes y con los dedos adoloridos de tanto teclear, sentí inútiles muchas cosas, entre ellas el esfuerzo, el cansancio, el gasto. Ni siquiera había hecho esto por mí, sino por alguien que no sabe como dirigir su dependencia, cuya culpa también nos salpicaría si todo ello salía mal...


No gracias, sólo quiero olvidar otro de mis grandes fracasos: Mi medianamente bien pagado trabajo. Volví a odiarlo, a aburrirme de todo esto y pensar que nunca será lo mío. Felizmente, estos feriados me valen para una libertad anticipada a esta prisión...


Día 9 (10-Oct):


Soy hijo único y sin embargo, para variar, mi realidad es chocantemente distinta.


Nunca fui muy apegado a mis padres, a ninguno de los dos, menos al resto de mi familia. Puede que por la brecha generacional (mi madre me tuvo casi a los 33, una edad casi de escándalo para la época; mi viejo, más viejo aún), porque ambos solían trabajar mucho y sí,estaba expuesto a Pascualillo en la radio am de la cocina de mis casas (ojo con la mudanza del verano de 1991), a la lectura de El Comercio, a los Thundercats, a los apagones (me ayuda mucho ahora, pues puedo guiarme muy bien en la oscuridad, varios de ellos los pasé solo en casa), a la Pandilla Basura, entre otras cosas. Tal vez porque en los pocos momentos familiares eran demasiado absorventes, de cuidar demasiado y casi apartarme de ciertas cosas del mundo; o quien sabe, finalmente se deba a que con una sola persona se pueden cometer todos los errores y nunca se podrán cumplir todos los sueños, ser su último vestigio y prácticamente, aparte de su orgullo frente a todo el mundo, estar obligado a hacer todo bien, decidir todo bien, cualquier movimiento en falso repercutiría demasiado, y no sólo en mí, sino en aquellas personas que esperaban una conducta casi perfecta de mi parte (la perfección también podía ser un error imperdonable y harto reprimible).


No solía pensar en ello hasta el final de este día. Ya estaba listo para salir a la oficina cuando escuché la voz de mi madre preguntando por una cartera suya con documentos, desde su cuarto, desde la sala, desde la cocina... in crescendo, comenzando a estremecer todo el departamento y a alterar su frágil serenidad. No me había puesto el saco y ya no sabía donde buscar aquella cartera cuyo contenido según iba diciendo y yo entendiendo, era mucho más importante de lo que pudiese parecer para ella, para cualquiera. Sus comienzos de gritos, sus manos en la frente y todo eso también era mío, sus caminatas de un extremo a otro de la casa buscando no sabiendo donde, sabía como se sentía pero no sabía si era adecuado intervenir, o simplemente largarme y mantener la inercia diaria, sin problemas.


No sé porqué en ese momento recordé cuando a mí se me había perdido mi billetera, con carnets, dinero y sobretodo, mi colección de etiquetas Adidas y mis autógrafos, recordé su reacción y sus continuos reproches contra mi particular concepción del término "orden" a partir de aquel extravío tan importante para mí, por lo que decidí dar y tomar una lección...


Después de diez minutos de lamentar haber hecho un retiro el día anterior, de escuchar a mi padre despotricar contra nuestro descuido desde la mesa y de la reciente pérdida del celular de mi madre, encontré no solo la billetera, sino algo más importante: Las frustraciones presentes en ambos. Ella no solo lamentaba haber perdido su plata supuestamente en el taxi de regreso a la casa, sino lo mucho que le costaba ganar aquello en un trabajo que la molestaba cada vez más y también la indiferencia de mi padre que tomaba su café, tranquilo, como trabajador independiente y de renta cada vez menor, pero fija como parece ser todo en su vida (honor a la verdad, el viejo se ganaba desde hace décadas un buen par de cuernos con esas actitudes, lo justo tío pacori, felizmente ambos tienden a la injusticia aunque crean que no lo sé); en todos mis años, en sólo esos segundos, entendí muchas cosas de mi madre que ni siquiera había podido interiorizar cuando me tocó vivir sólo con ella y mis abuelos.


Me senté un poco más tranquilo, no me importó dejar unos minutos de retraso porque, en mi oficina, los cacasenos siempre llegan tarde (cosa que no cambia) para desayunar (carajo, si van a tomarse tanto tiempo, al menos vengan comidos, o no coman, para que chambeen más y así les sepa más rico el almuerzo). Simplemente le di un beso en la frente a mi madre y en vez de decirle lo de siempre en casos similares ("Mamá, orden no significa una disposición estética de las cosas, sino una organización funcional y ahorradora de tiempo aunque se vea mal"), sino que se tome su tiempo la próxima vez. Mi padre me ofreció jalarme hasta la oficina en vista de que ya se me hacía tarde, pero conocía la temeridad suya al conducir en condiciones de retraso, por lo que me negué, quería llegar ileso y sin hiperventilar.


Día 11 (12-Oct):




Contundentes dosis continuas de todo el disco Americana de Offsprings, a fines de los noventa, me ayudaron a curar los rasguños de mi primera gran, anunciada (CANTADAZA en realidad, más cantada que Rasguña las piedras en campamento), larga y agónica frustración amorosa; rasguños que deolían entonces como puñaladas, y que el tiempo no ayudaba tanto como ahora a curar.


Es bueno disipar la mente, sobretodo con una canción tan desprovista de romanticismo y a la vez de tan buenos recuerdos, de mensaje tan real (hay gente "for you, no way", felizmente yo no).


1) Ese vídeo es rezago de mi adolescencia. Ahí nomás.
2) Sin embargo, lo que quedó para la posteridad como un baile de victoria del salamandra sobre la kottorra es aquel bailecito y por supuesto...


UNO, DOS TRES, CUATRO, CINCO, CINCO, SEIS...



1 comentario:

EmPapeLada dijo...

Wow!!! También te gusta Offspring?? Claro (8) give it 2 me baby uh ah uh ah (8) jajajaja; hijo único, a veces deseaba serlo pero tienes razón en eso de que recae mucha presión sobre ti, y vaya que no has sido apegado a la familia.

En mi familia no hay muchos de mis contemporáneos: O muy chikitos, o muy mayores.