martes, 21 de agosto de 2007

Yo espero que sea un limón rancio (para que no se le pueda sacar el jugo)

Cada vez que me hablan de Alguien Quesolíaser, yo respondo "Tengo amigos, no me preocupa".




Mas, cuando alguien me pregunta por Limón, yo digo "Quiero cerca a alguien que me inquiete, pero que también me ame, que me haga perder la cabeza no sólo de tristeza, que me regale un paseo por un cénit*** de algodón pastel". Mi respuesta, demonios, nunca será completa.




Alguien Quesolíaser es parte del pasado, definitivamente. Es tan olvidado y olvidable que he de resumirlo. Se autoendilgó el título de mi mejor amiga (inexistente, por cierto) y que, al descubrir ciertos sentimientos míos hacia Limón (su mejor amiga, de verdad) y mi imposibilidad de enamorarme de ella (porque simplemente a ella le gustan los artistas poserones, "de vocación"*** y con futuro, algo lejano de mi perfil), decidió que podía manejar y juzgar mi vida hasta destruir lo poco que comenzaba a compartir con Limón. Me perturbó descubrir la verdadera idea que tenía sobre mí alguien tan importante en mi vida (en verdad, sin necesidad de rotulación alguna), según ella y según yo también, esa visión de monstruo sobre mí en la que me suelo zurrar cuando la tienen otros, pero no gente a la que yo quiero.




Los sentimientos no suelo olvidarlos, las heridas tampoco, pero las amistades sí (por cierto, habrá sanción, soy una persona justa). ¿Y qué hago con lo que no pasa así fácilmente? ¿Qué, si Limón vuelve al lugar del crimen? ¿Qué hay si vuelve, justo ahora?













La imagen que tienen ahí es la lista de alumnos de un curso que estoy llevando este ciclo, por supuesto que lo teñido de rojo soy yo, tal y como lo ubican (espero). Debo mencionar que este curso lo rezagué para este último periodo mío dentro de la facultad porque la materia no me gusta mucho, igual que los trabajos de grupo que hay que hacer para aprobar con honores. La sección es la 0401 (de cuatro posibles), el mismo profesor, la misma hora que...













Les presento a Limón, al menos en sus verdaderos nombres. Ella está en mi salón, en mi sección, cerca de mí como hace algo más de un año deseaba con todas mis fuerzas, los deseos que tardan demasiado terminan por ser un estorbo al cumplirse, hasta corromperse y convertirse en algo contraproducente como lo que puede ser esto.




¿Influiría esta circunstancia en algo? Conociéndome, sí. Demoro mucho en olvidar ciertos asuntos, sobretodo en este campo y más todavía cuando (lo repetiré perpetuamente) las cosas terminaron con ese hedor enrarecido a inconclusión, a mentira, a intervención maliciosa de terceros, a una conclusión anticipada sin (inclusive) informe oral, tirando abajo todo el mural de expectativas (no quiero usar otra palabra) y sensaciones que dificilmente se reconstruyen, menos aún con los mismos ladrillos, que acaban siendo inutilizables después del derrumbe.




¿Se puede olvidar así nomás un sentimiento? Yo, no, y nunca aprenderé a hacerlo, menos cuando no tengo razón para hacerlo.





Justo ahora, cuando siento que J no me quiere tanto como sueño excesivamente, que sólo puede llamarme y no puede quitarle las dos L al verbo. Sé que un clavo puede sacar otro clavo, pero eso dejaría una hoquedad que siempre ha existido, pues el clavo sacó al clavó, pero jamás llego a clavarse, agrietando aún más este madero que cada vez se va gastando más.





No quiero sentir nada por Limón, pero soy bastante de carne para evitarlo, al menos para evitar prestarle atención. Ella es limón por sus característicos colores pastel en vestimenta, nada más ahora, y realmente no quiero que sea el limón adecuado, el ingrediente determinante para sacar el mejor sabor a todos los ingredientes, el verdadero Limón que busca este cebiche emocional puede y DEBERÁ estar en otra parte, al menos ahora.


***Cénit (o Zenith, como en francés, como la marca gringa de televisores): Momento máximo y culminante que, por su ubicación en un vértice imaginario, puede estar permanentemente en suspenso o caer violentamente en un instante. En el cénit, descubrí esa mancha vergonzante, y su primera reacción no fue sino irse sin explicación alguna.

***De vocación: Aquellos que apoyan sus tendencias expresivas en una apariencia y que, también aparentemente, no pueden hacer algo mejor y no tienen algo mejor que hacer. Eso de pintar pastruladas es una inclinación de vocación, por eso nunca la cambié.

3 comentarios:

Karen dijo...

jaaaa
bueno, gracias por tu visita!

haber que dirian tus papás si ven tu blog!

xD
saludos!

Anónimo dijo...

hahaha gracias por los comentarios a mi blog ^^.
1. indeed, fue muy cómico ver a las purisísimas rezadoras por la tele, prendadas de toda su fe en momentos como esos.
2. no siempre las mujeres tienen las mejores armas(?), o al menos yo no considero tenerlas, y es más, hasta me siento totalmente desprovida de alguna que me ayude en propósitos de (y no tan de) coquetería.

Ah, el limón es bueno pero jamás en exceso y nunca cuando antes de dejó (o tienes) ampollas o el labio partido. Al menos tienes la suerte de llevar un curso con tu limón, yo no tendría oportunidad de llevar alguno con el mío (no puedo creer que dije limón).

Sí. Bueno, cuídate.

Anónimo dijo...

KRN: Ya lo pensaré, recuerdo cuando mi viejo descubrió mi colección de... Tenía 18 años y quería que fuera a un puticlub...

P: Me gusta nombrar todo por su letra inicial, joder, que gracioso.

Tienen buenas armas, pero las utilizan con rivales chicos, nunca con equipos grandes.

Sí, ahora tengo los labios partidos por este invierno crudo. Pero ya pasó el primero de 13 jornadas con Limón. Eso sí, por ahora, sé que no es MI Limón...