miércoles, 8 de julio de 2009

Durante...

Uno de los relatos más interesantes y aleccionadores de mi padre es el de su última quincena en el Ministerio de Trabajo, en 1992. Luego de altos picos, y casi inmediatamente después del autogolpe, el viejo estaba alejado de las dos oficinas que había ocupado durante más de dos décadas; su labor en ese tibio otoño, más que degradante, era aburrida para cualquier abogado: Coordinar diligencias con la PNP, osea, pasar ocho horas esperando notificaciones policiales y fechando inspecciones que, en el día más agitado, no pasaban de cuatro en Lima. El período de la estrella había terminado, así fue el juego siempre y por supuesto, la primera opción fue la renuncia, y la segunda fue ser su propio jefe a tiempo completo.

Si yo fuera mi propio jefe, creo que no estaría pasando un día tan aburrido como el de hoy, sin duda, el más aburrido en los meses que llevo acá (NO PUEDE SER!!!! ES UN HERMOSO DÍA, COMO EL OTRO DÍA!!!!!!). Honestamente, la carga de trabajo es la esencia, el nervio motor de mi permanencia no patrimonial aquí, y hoy como que no hay mucho de eso. Si yo fuera mi propio jefe, no hubiera pasado varios minutos de cada día en el descubrimiento del artificio que me permitió la conexión a blogger; de hecho, hoy no estaría escribendo, sino dado un paseo por la ciudad, que está más linda que nunca sin tanto tamal de chatarra andante. Ser mi propio jefe es algo llamado libertad.

Todavía tengo en mente el tercer taller, escrito en rojo y subrayado, aún cuando no me deje mucho tiempo para la chamba y para los expedientes. Por supuesto, esta idea tiene cabida gracias a un sacrificio por el que voté a inicios de este año, no salir de Lima por ningún motivo que no sea laboral, pero aún con esta decisión tomada parece no ser suficiente. Mi otra opción sería...


¿Renunciar? Esta vez, preferiría que me boten. A pesar de que no soy muy adepto a las garantías mobiliarias, embargos, inscripciones, entre otras cosas del ámbito crediticio, no tengo derecho a quejarme. El ambiente laboral es ampliamente mejor que el de mi anterior oficina, sin lugar a duda, y el sueldo (pese a ser de practicante pre) realmente ayuda mucho a sostener no sólo mi economía, sino mi autoestima, ¿qué hubiera sido de mi viejo si se hubiera quedado llenando cuadernos en el MINTRA en 1992? ¿Qué sería de mí sin una chamba, sin un ingreso? Algo común: La completa sensación de inutilidad. Es una necesidad que desgasta, lo admito, y repito, no tengo derecho a quejarme, es un sacrificio justo, aunque ni tanto, me encanta la voz de mi jefa, admito que a veces le pregunto cojudeces sólo para escucharla...

De hecho, renunciar sería como terminar una relación porque es demasiado para mí, demasiado más de lo que merezco. ¿Rechazar algo porque es bueno, realmente bueno, para mí? Puta madre, honestamente siempre he odiado ese comportamiento, aún cuando haya cometido alguna vez ese crimen. Repito, prefiero que me boten o que hablen de renovación, de todos modos, esta es una empresa del estado, y hay dos o tres compañeros esperando afuera, vigilando, aguardando a que cometa algún error o un acto terrorista para ocupar mi computadora.


El objetivo de este año es comprar mi libertad. Con un título bajo el brazo, tendré el cuádruple de posibilidades de poder administrar mi tiempo de manera independiente, de hecho tendré un ingreso suficiente como para retirarme de la carrera a vivir una vida económica de cuasi ascetismo, y hasta podré meterme al ETUC o ESNAD, pero primero lo primero. Comprar mi libertad, la posibilidad de hacer algo que nunca me ha hecho sentir incomodidad alguna, lograr el objetivo a través de un estricto régimen de ahorro y chamba.

Oh, a mi jefa se le cayó algo en el pasillo, está agachada, va a tomar tiempo en recoger su bolígrafo, que cayó bajo una computadora. Puede ser el momento adecuado para un improvisado atentado terrorista. Parece que no puedo con mi genio (según expediente de tentativa y otro aún no reabierto), gordo aunque lo fajen desde chico...


En fin, afuera el paro, arriba el sol, aquí la vida, una canción, un poco de satisfacción...

3 comentarios:

Anthony dijo...

Pues tenemos que comprar nuestra libertad, dijiste algo muy sabio.

En mi caso me siento en las mismas circunstacias y espero que a futuro esto cambie.

Saludos,

Anthony

G.F (se pronuncia "jefe") dijo...

A ponerse en marcha entonces...el camino a la libertad es más dificil de lo que crees , pero es mejor intentarlo...

G.F (se pronuncia "jefe") dijo...

A ponerse en marcha entonces...el camino a la libertad es más dificil de lo que crees , pero es mejor intentarlo...