"Tengo enamorado": Segunda llamada
Como la mayoría de estas aventurillas de ineficacia amorosa que cuento aquí, esta también tiene la textura de un sueño, de algo que por motivos concretos e indiscutibles jamás podrá llegar a buen puerto o al menos a ser de verdad real y significativo.
Y así de vertiginosa pasó esa semana y ese casi mes: 12-Jun-2003. Después de la práctica en el taller, aquella chica y yo hablamos, mientras íbamos caminando solos hacia el estacionamiento de la universidad. Si bien es cierto no era nada alta, llevaba el cabello castaño y unos lentes que servían de antifaz de misterio, de disfraz de LMS que aún buscaba en todas las tiendas. Y sin embargo tenía su propia voz, y sin embargo su cuerpo era mucho más escurridizo sobre las tablas, su voz más fluida... trataba de ser ella.
Antifaz, llamémosla así, llevaba un taller de interpretación actoral en la universidad desde el inicio de aquel año, y también se había matriculado para permanecer definitivamente en Fundo Pando, en una carrera muy distinta a la anterior. Y yo pensaba que no había podido ser más afortunado de caer tan precisamente bien con una chica que no conocía todo el terreno de la universidad y que, en verdad, parecía disfrutar mi compañía, dentro y fuera de nuestra clase; eso iba pensando mientras la miraba de reojo, y escuchaba las tonadas de un cuarteto de cuerdas en el auditorio de Derecho, mientras ella se paraba y mostraba que la diferencia entre la alegría y la desgracía era diez centimetros hacia arriba, salía...
Y salió a contestar una llamada, sonriente. No pensaba preguntarle nada al respecto pues, ya "había aprendido" "mi lección acerca de no atosigar a mi pareja y darle su espacio" (aún no sabía lo que había sucedido el año pasado), aunque siempre de la forma imperfecta en la que inevitablemente se asimilan estas cosas. Volvió y yo con el cuarteto tocando estupendamente la obertura de Guillermo Tell y sorprendiéndome que lo hagan con cuatro guitarras, algo que para entonces me parecía absurdo o imposible.
Casi al terminar, a medida de que las cuerdas ensayaban el intro de Los Simpson, otra llamada que ya comenzó a inquietar mi paciencia y me forzó a contar hasta diez, hasta veinte y finalmente hasta que la canción terminase, sin dejarme siquiera disfrutarla por completo. Igual, decidí no atosigar, no preguntar...
- Te perdiste un final increible...
- Sí, lo escuché desde afuera, es que llamó mi enamorado...
- ¿Ah?
- No te dije, tengo enamorado y ahora viene por mí, no lo veo desde la semana pasada...
Convertí mi rostro en una lápido, no quería dejar ver ningún color ni frunción de ninguna zona.
- Bueno, te dejo por la biblioteca, yo tengo que estudiar para más tarde.
Decidí volver a la zona de Estudios Generales, con lo mismo en el cerebro que Ícaro cayendo al Meditarráneo, aunque estuviese nublado...
Felizmente, duró menos que los insomnes efectos del Zoloft.
4 comentarios:
En poner cara de lápida soy un experto. Lamentablemente, debe ser por la experiencia..
Es necesario para sobrevivir, chochera.
Muchas veces, el tercero impertinente llega antes que uno.
Enamorado, otra niña...vaya Raulín, qué suerte la tuya. Cómo si pudiésemos intuir quién sí o quién no, está comprometido...
El intro de los Simpson!!! Hurra!!! xD tatatatatatatan(8)
Vaya, tienes tanta suerte como Cisneros no? solo que con historias más inocentes que el bloggero que parece ser nuestro vicio. Por mi lado la tercera impertinente muchas veces son tercera y cuarta y quienta y sexta, además de que si aun no existe muchas se suman a la lista de espera y no es muy agradable...
Gracias por darte una vuelta por mi blog :)
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