martes, 17 de febrero de 2009

Cuestión dental




Para la mañana del 14, decidí hacer lo más acorde a mi carácter: Ir al dentista.



Por cuestiones de chamba, tiempo, estudios, campeonatos, confianza y desidia, había postergado esta visita cerca de dos años, desde Agosto del 2006 (la que me tocaba luego era la de Febrero del 2007). Puedo asegurar que sólo fueron esos los motivos que me alejaron del consultorio dental, eso y sobretodo la confianza.



Jamás tuve un malestar dental de importancia, o de los tradicionales en la juventud, ni una caries, ni sarro o cambio de tonalidad de los dientes, ni la pérdida de una pieza, ni molestia alguna por la muela del juicio (de la que pensé que no tenía, pero no, está aquí, bien acomodada), puesto que en verdad, siempre fui un psicótico de la seguridad dental: Cepillado puntual después de las cómidas y antes y después de dormir, hilo dental, enjuague bucal (importante para quien sufre de gastritis), cuidado con ciertos movimientos dentales proscritos por el riesgo que conllevan, al igual que con ciertos golpes, cuidado con ciertos alimentos y su correspondiente profilaxis posterior.



¿Por qué tanta meticulosidad (jajajajaja, me gustó esa palabra)? Tuve un amigo de colegio que sufrió demasiado con la pérdida de una pieza a los ocho años y había pasado desapercibido por casi toda la primaría (de sexto grado no podría hablar, por desconocimiento), pero en la secundaria todo se deterioró al respecto.



En tiempos de sonrisas de Iguana Producciones, de Ingrid Yrribarren anunciando cremas dentales, el ingreso a la adolescencia no pudo ser peor que el suyo, más aún en una secundaria que le abrió las puertas a ciertos engendros. Según me enteré, no había pasado ni cuatro días de Marzo para que un quinceañero (¿Qué hacía con esa edad en primero de secundaria?) reparara en que al sujeto le faltaba más de la mitad más uno de un incisivo frontal e hiciera harta incisión en el tema, provocando que se contagiara en el resto, incluyendo a quienes eran más cercanos a él y a gente de otros grados (ya saben, cole chico, roche grande), en las semanas y meses posteriores.



Cuando volví a verlo, muchos de nuestros amigos comunes ya sabían donde le ajustaba el zapato (o por donde mordía menos), cosa que de verdad lo empinchó, considerando lo que esperaba de sus amigos de 12 años, a los 12 años.



- Pero por último, tú también jodes al resto. Tú me dices "Gordo", "Chancho", "Pepe Vásquez", un culo de huevadas, y a Manolo también, le dices "Mocolo", "Ojon", "Cara de ventana", y al otro tío lo jodes de cabro, y al huevón de Picerni le andas diciendo "Último puesto", "Guarda que repites de nuevo", "Chavo del 8" porque parece que vive repitiendo...



¿Cómo venderle humo a un sujeto a quien ya le habían puesto como mote "Muelita Torres (por entonces, estábamos leyendo Pichula Cuéllar, y vaya que cayó de perillas)", "Abrelatas", "Ajo incompleto (porque le faltaba un diente)", "Chimultrufio", "Caballo regalado", entre otros? Ni hablar, y aunque se hiciera esperar, había encontrado una solución: Una protesis. Sin embargo, por unos días, el remedio fue peor que la enfermedad.



En su tiempo, adjudiqué ese blooper al hecho de que sus viejos no habían podido pagar al contado y decidieron pagar a plazos la protesis. La cuestión era que en la primera semana del bimestre final de ese año, Muelita apareció con ese vacío lleno... con un pedazo de fierro color candado al descubierto, sin roche ni complejos, sonriendo como si hubiera olvidado todo, él nomás, el resto (no sé, sinceramente, no pude mirarlo a la cara durante días, "cúbrete, por favor" le imploraba). La bolsa se volvió a abrir al alza con apodos como "Mascafierro", "Boca de piano", "Cara de máquina", "Tatán", "C3PO", "El chupapinga de Jiban". entre otras chapas aún peores, lo que incluso lo hizo ausentarse durante dos días, mientras ese apodo corría ya entre colegios como el De Jesús, Sophianum o Recoleta (todos coles con mujeres, pobre Muelita), sin que pudiera evitarlo su encierro moral.



Con el tiempo Muelita arregló su vida, mientras yo admití que nuestra amistad (gracias a eso de los pagos del diente, que un amigo nuestro, siempre posero y hambriento de popularidad, terminó difundiendo, y agregando a la joda la cuestión pobreza) se había arruinado. Muelita terminó de pagar, se puso el diente y si no supiera del pasado, podría asegurar su originalidad; estudió Ingeniería, se comprometió y creo que ahora convive. Al tiempo, este escribiente ya iba contando años sin campeonatos oficiales, perdía dinero en empresas amatorias estúpidas, había publicado unas tres veces en ediciones subte y en la universidad, iba y venía de provincias para hacer lucrativo su tiempo libre, salía entre escándalos de su última oficina, ofrecía espectáculos picantes y divertidos, se graduaba en Derecho, y... sentía una leve punzada en la encía después de su viaje carnívoro, su tendencia fumadora y sus días extrañamente ocupados.



Eso sí que me asustó, y me hizo maldecir la exagerada dieta arequipeña, dándole un punto a Lima. Demasiado masticar, demasiado tabaco y Kola Escocesa también, parecía que había comenzado a debilitar mi sistema dental que tan bien se estaba portando. Ni cagando, eso había que solucionarlo, puesto que yo no quería ser el Muelita Torres de la vida profesional, suficiente tenía con ser el Werther de mi facu. Ni hablar de andar con postizos a los cuarenta, menos de prótesis tan evidentes (como que son de un color distinto al resto de dientes), si yo me daba cuenta en one de eso, otros con más facilidad aún.


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- No es nada serio, simplemente una pequeña inflamación porque no estabas acostumbrado a esa dieta - explicó el doctor, después de varios minutos de revisión, exacavación, espionaje y atragantamiento por parte mía.

- ¿No ve ningún riesgo de caída o fisura en algún diente?

- Noooooo, veo que ese tema te estresa.

- Sí, doctor, mucho. Hace poco estaba recordando a un compañero mío que carecía de un frontal.


El doctor me miró un rato antes de decir algo que ya esperaba.


- Lo que necesitas son brackets, tienes un par de dientes algo desnivelados, y creo que tendrías que llevarlos durante dos años y medio, sin contar que tendríamos que retirar los premolares.

- ¿Retirar? No, no, no, ya no me quedan más premolares, estos son de mi tercera serie.

- Ah, significa que eres un afortunado, eso explica muchas cosas. Eso sí, te caería bien una profilaxis, después de cierto tiempo y analizando tus costumbre recientes, veo que habría que prevenir ciertos problemas. Creo que nunca...

- Normal, con tal de no perder nada. Si es posible ahora mismo.


Tuve la suerte de que el romanticismo de ese día se hiciera plenamente incompatible con la máquina de limpieza dental, a la cual me sometí libremente por primera vez en mi vida, relajado, plenamente horizontal en el reclinatorio, sin más miedo por ese taladro que iba sonando y...


- Voy a echar bastante agua, cada cierto rato la vas escupiendo.


Comencé a sentir compasión por aquella gente que prefería perder sus piezas a someterse al dentista, por aquellas personas cuyas pesadillas eran protagonizadas por ese taladro y aquellos ultramarginales a quienes había que traer dopados al consultorio. Llegúe a sentir algo de dolor en aquel taladreo, como si dicho aparatito triturara mi coraza de personalidad y valentía que parecía deslumbrar a las enfermeras, y ya comenzara a picar dentro, en la intimidad, en el escondite de ese ser tímido, inseguro y manipulador escondido entre el esmalte y el núcleo; y sin embargo, eso no era lo más grave. Mi cabeza temblaba al ritmo del taladro inquisidor, del diente delator y del agua ahogadora, iba sintiendo cierta dificultad para respirar, una entrada furtiva de agua cerca a mi traquea. Fui algo violento con las manos, al sentarme y reclinarme sobre el caño.


- Disculpe, doctor. No estoy acostumbrado...


- ¿Qué pasó? ¿Dolió?


- No, casi me atoro, recuerde que soy de deglutimiento lento.


Era cierto, trago muy poco, y despacio, prefiero respirar a comer. Después de la parada técnica, continuamos con la fila de arriba, incidiendo en los dientes chuecos, como sacándome cachita, estremeciendo hasta la última de mis neuronas, lo suficiente como para hacerme sentir Bruce Willis en Armagedon, cuando la nave colpasa creo (no sé, no vi la película), en especial, en aquella parte en que pierde la presión, el aire y su cuerpo comienza a forzar la ebullición... y otra falta de aire.


- Raúl, falta poco, tranquilo. Respira, toma un poco más de agua, escupe. No te duele, pero es complicado también lo del atoro. Me falta poco.


Volví a someterme, ¿apara qué negarme? Más bien, se me hacía gracioso pensar en el vídeo de Aerosmith y en lo desubicadamente romántica letra, "Don't want to close my eyes, I don't want to fall asleep", mientras me sacaban todos los minerales de los dientes y los dejaban en el agua que ya estaba empozándose en toda la boca. El trámite había llegado casi a su fin.


- Listo Raúl, creo que hasta puedes respirar tranquilo.


Asentí con la cabeza, aún yaciendo en el reclinable. El doctor seguía inclinado, muy complacido por la serenidad del paciente, observando mis reacciones, pues yo había cerrado la boca.


- Todo está perfecto, salvo lo de los brackets que puede ser algo suplementario. Dentro de un par de horas podrás mostrarle una super sonrisa de San Valentín a tu novia...


No pude evitarlo y lancé el chorro de agua hacia arriba con la violencia de un geiser, y con la puntería impertinente ante una frase inoportuna: Le cayó al buen doctor en toda la cara, mientras yo me reincorporaba, tosiendo y pidiendo disculpas por mi nuevo atoro (que era real, tan real como la inoportuna frase).


Eso pasa por cachaciento.


Aquí un video cachaciento de un personaje, todo un dulce:





14 comentarios:

Daphne dijo...

tanto asíiii... yo tengo medio diente falso... jajaja no es buena idea echarse en el piso boca abajo mientras te ríes... y esa parte del diente no brilla en el bowling de larcomar como mis otros dientes!

FUGITIVA dijo...

Dios yo odio ir al desntista..no me gusta ese rudio me muero de miedo, cuando era pequeña lloraba con tal de no ir, ahora de grande voy de vez en cuando para que revisen como esta todo.

Particularmente me cuido mucho mis dientes porque no hay como una sonrisa perfecta :D

Frankie dijo...

Jaa.. yo pensé que te habías ido al partido de la San Martín xD

Eso le pasa al dentista por hacerse el paloma ps

BocaDelcielo dijo...

jajaja

Anónimo dijo...

Daphne: Ten cuidado con la evidencia y la diferencia.

Creeme, tampoco es buena idea abrir chela sin destapador.

Fugitiva: El ruido es algo desconcertante. Entendí el punto de vista de muchos de ustedes al sentir la incómoda vibración de la profilaxis.

Pero sí, me cuido, no hay mayor miedo que quedarme desdentado.

Frankie: No creo que haya sido por hacerse el cuco. Un hombre que ignoraba ciertos asuntos nomás.

Ronny Lionel dijo...

Yo una vez la invité a salir a una dentista que me curó unas muelas hace muchos años ya. Y salimos. Y me mandé. Y me rechazó (adivina con qué frase...) :P

Anónimo dijo...

Me hs hecho recordar que debo ir al dentista en los próximos días.

Saludos!

Yared Medina dijo...

Está bien, está bien, me convenciste volveré a ir a mi dentista.

No sé por qué, pero ahora he recobrado la confianza en mi dentista que cada vez cobra más.

El video es un clásico.

Mama novata y curiosa dijo...

Oh dios que buena historia jajaja ya extrañaba leerte un beso

¿Odio a las Gordas? dijo...

¡¡ Quien mierda dijo dentista !!!

nooooooooooooo

Te jodiste Raulín la muela me empezó a doler.

Anónimo dijo...

Ronny: Miéchica, no seas tan traumado pues. Como que es un poco difícil establecer relación con alguien de quien se sabe donde tiene la amalgama. Claro, no es tan tranca como la uróloga y el paciente.

Alexis: Jamás hay que descuidarse, ni caer en el miedo.

Dios Ateo: Supongo que el monto es directamente proporcional a la calidad.

Es bueno que lo hagas, porque sino terminarás usando postizos, dejándolos en cualquier lado y asustando a cualquiera.

Sheila: Pasaré por ahí. Y recuerda, tú también pasa por ahí (por el consultorio del dentista).

Alberto: Creo que con tu visita podrías volver por la senda del triunfo.

Lara Holmes dijo...

Mi dentista es chevere, me da mucha confianza, por eso voy jajaja
Siempre le digo: has todo lo q tengas q hacer... es q es recontra paciente :-)

Anónimo dijo...

YO odio al dentista, siempre he tenido problemas con todos mis dientes, desde que tengo uso de razón, y siempre estoy yendo al dentista... pero no por eso lo odio menos!!! auuuu!!!!!!

Yvonne dijo...

Mr. Bean es odioso, aburrido, ni verlo.

Yo tenía un dentista que era un cuerazo, todas las noches rezaba para que se me pique la muela y poder ir a verlo, cuando avría mi boca para que me cure, alucinaba que me iba besar xd