Mañana de viernes santo, 7:26 AM
Mi regreso del mercado del distrito del Tambo me llevaba con el estómago lleno, feliz, realizado, con el suficiente éxito para despertar en mí una profunda envidia, mientras "da lamb skull se reune en mis entrañas". Tenía ganas de descansar un momento después de mi extenuante jueves santo en el que, aparte de tener un largo recorrido y tragarme una vigilia en el monte de Los Olivos sin baterías en la cámara, simplemente tuve problemas con el frío.
Igual, nada daba más paz, más licencia, que caminar con la huata inclinada hacia adelante, venturosa y feliz como la hiedra, sin saber que a esta le aguardaría una comezón mucho más intensa y agradable que la que ofrece la hiedra. Lo que la antecedía era el sonido de unas ruedas metálicas, una cdena, interrumpidas por ruídos de automóvil, pero que continuaban siguiendo un rumbo paralelo al mío hasta llegar a la esquina con Av. Real, y manifestarse ahí.
¡Era ella de nuevo! Esta vez andaba con una casaca con capucha que escondía su cabello, pero yo sabía como reconocerla. Recién me daba cuenta de que era algo alta, lo suficiente como para no habilitarla como bastón si alguna vez me cansaba. Nos miramos, esta vez sin más gestos que los faciales y el mío, con la levantada de las dos cejas dando indicio de mi poco manejo en estas situaciones, y ella sonriendo por ello. Cruzó, y estaba a veinte metros de ella, como quería, siguiendo su camino.
Entre al hotel, sin dejar de mirar afuera y... ¡volteó hacia el edificio! Ya no tenía porque tener dudas, ni generarlas, estaba mirando hacia adentro, hacia el primer piso, a través de los vidrios. Y nada, no más signos de admiración, era sólo cosa de devolver la llave y comenzar a moverse apenas ella vuelva la vista al camino, vale decir AHORA MISMO.
Esta era la oportunidad que esperaba, ella, sola, en su bicicleta, tomando el mismo camino de ayer, según veía desde la entrada. ¿Qué hacer? ¿Qué me quedaba, corretearla? Era la posibilidad que había pedido y, ¿no aprovecharla? La única opción que me quedaba era simple: La pendejadita esa que solía hacer en mis momentos de desvarío, tomar su camino de lejos, a uno, a dos y hasta a tres minutos de ella hasta llegar a donde me lleve... esa misma pendejadita que mi pintaba como un demente acosador en ciertos cerebros alimentados por sitcoms, o por un loco desesperado en otros cerebros noveleros, o simplemente como un trasgresor de la moral burguesa capitalin, que sólo admite a ciertos héroes y ciertos rebeldes.
Eso era historia antigua, sí, ¡historia limeña, por último! Por Diógenes Rosales, no podía, no tenía porqué pensar que la misma cerrazón mental que las lindas idiotas que viven en mi ciudad. Considerar otro detalle: En Huancayo hay demanda; en Lima, si eres desagradable, lo serás aunque seas el hombre mágico, y lo serás si no llenas los "requisitos". Señores, hora de aventarse a una piscina con cierta cantidad de agua.
Con un leve trote, ya estaba en esa esquina, mirando de costado su recorrido, a menos de una cuadra, a punto de cruzar hacia la otra calle. Cruza, y luego cruza la Av. Arequipa ya sobre el final de su recorrido; ya que está de espaldas hacia mí es mejor apurar el paso a trote reprimido para no hacer bulla, pues no hay nada que espante más o que cree más sospechas que un recorrido a la carrera. Ha bajado la velocidad y está en la zona de sol, lo que significa que doblará hacia su izquierda y si no me apuraba en cruzar, podía decir adiós, y las palabras me sobrarían.
Con un moneda, llamé a mi propio celular y conversé con el contestador, sólo pra darle el 100% de verosimilitud que ncesitaba, estando acostumbrado a ser acusado publicamente en Lima por "esta contrariedad a las buenas costumbres". Cuarta casa, la de beige y blanco con reja azul, saca la llave y mete la bicicleta, ni mirarla a la cara porque lo primero que se encuentra del oculto es su mirada. Ahora acercarse, si se palteaba, ¿qué más da? Regresaba a San Jerónimo de Tunán a radicar definitivamente.
¿Qué iba a decir? ¿Que se le cayeron las bragas y venía a devolvérselas? Ni cagando, eso era inaudito, y por último, quienes me conocen más saben que ni en el último estado posible del mundo hubiera devuelto una ropa interior femenina fresca (resto de hombres, ustedes tampoco, no jodan). Igual, aviéntese, usted es el rey de lo inverosímil, toque ese timbre, que quien saldrá es ella porque la suerte siempre favorece a los osados. Estire el ddito, apriete el botoncito y espere, espere, espere...
- A ver si trajeron la... (abriendo la puerta)... Oh! ¿Sí? Dígame - djo ella, dando un paso hacia atrás, haciendo evidente que esto no lo esperaba -.
Lo primero que se me ocurrió fue preguntarle "¿Por qué me sigues?" tipo Eduardo Noriega en Tesis, pero eso si resultaba inconcebible porque hubiera sugerido una odiosa seguridad de mí mismo en mi "atracción" y porque me parezco mucho más al otro brother, a Chema, Fele Martínez; aparte de no pretender cagarla más. No era mi estilo de todos modos, no soy de cuestionar esas (supuestas) manifestaciones hacia mí de esa manera. Opté por una salida casi de emergencia.
- Disculpa, creo que no nos conocemos, ¿verdad?
- Pues no, creo que no es usted de acá...
- No, y yo creo que tú sí eres de acá, pero te he confundido con alguien que no es de acá...
- Sí, soy de acá...
- Ya, pero dime, ¿nunca en tu vida has vivido en Lima?
- No - respondió, ya exhalada, sin defensa a oponer -, ¿tú eres de allá? Creo que no tengo ni conocidos allá...
- Yo acá tampoco, por eso me extraño, pero bueno - ahí viene el gol señores, atención -, así comienzo. (Deme tres o cuatro segundos de gracia de silencio) ¿Cómo te llamas?
La chica se tapo la boca, tratando de disimular una sonrisa tutti-frutti, miedo, sorpresa, gracia, incomodidad y otras sensaciones a su gusto, luego se movió el cabello detrás de sus orejas, dejándome por un momento en un molesto suspenso.
- Bueno, esta situación es... me llamó Z, jijijijiji, ¿y tú?
- Yo soy RR, el turista, ¿cómo sabes que no soy de acá?
- Ya pues, ayer te había visto más alto que el resto de la gente, con una voz distinta y pensé que eras de Lima, hoy te vi entrando al hotel...
- Ah, mira, no era tan misterioso... ¿y tú siempre te levantas tan temprano?
- Sí, me gusta salir a montar bicicleta a esta hora, el aire es más fresco, hay menos carros. Oye, estoy algo sudorosa, ¿me esperas un rto? Necesito cambiarme esto.
- Ya pues.
No termine de levantar los brazos, yo no creo en esto. Ya saben eso de "OBRAS SÍ, PALABRAS NO", lamentablemente la única forma de comprobarlo es esperando unos cinco minutejos. Cinco, cinco, o seis, o siete, o el conteo Offsprings: Uno, dos, tres, cuatro, cinco, cinco, seis... me aburro y me voy, si es que ella no abre justo en ese momento. En verdad, estaba más rica, yo estaba agradecido de que las bicicleteadas no le hicieran efecto a su encantadoramente prominente abdomen, ni a sus brazos, ni a la incontrastable curvatura que en ella se formaba.
GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!!!!!!!!!!!!!!!
- Ya voy, un ratito, mamá - decía hacia adentro -. Es que recien vamos a desayunar... ¿y tú que haces? ¿De vista nomás?
- Pues sí, pero creo que esta será la primera de muchas visitas, aunque me salió más caro por las fechas...
- Sí, y en Julio es peor todavía...
- Oye, veo que estás apurada y tienes que hacer adentro, ¿qué te parece si hablamos después? ¿Tienes celular? Yo también tengo que ir a arreglar unas cositas al hotel...
Horas después...
- ¿Conoces esa disco?
- No, no conozco ninguna disco de aquí, ¿no hay ley seca ahora?
- No, ya no, es era sólo antes de viernes santo. Aparte, ahora dios está muerto, no nos ve, no puede hacer nada.
- Ah, jajajajajajajaja... pero igual, vamos temprano, no me gusta dormir hasta muy tarde.
- Sí, yo tampoco, hace mucho frío.
- ¿Voy por tí a las 9:00?
- Ya pues, así tomamos las promociones y los calientes...
- ¿Calientes? ¿No son unos mates con ron?
- Algo así, ya sabrás, yo te espero...
- Esta bien, chau!
- Chau, chau.
Del resto, sólo puedo decir que dios no nos ve, y que gustavo Cerati en su vídeo puede mostrarlo mejor. Y también agradecer a la gente del hotel, ellos saben quien soy porque les dejé el url de este blog. Era simplemente cosa de destruir la mores*** reinante una vez más...
*** Mores: Palabra latina de la que proviene la castellana "Moral", que se refiere a los hábitos o costumbres de una entidad humana.