El juicio de los que faltan
Veinticinco años de prisión por su responsabilidad principal homicidio, lesiones graves y secuestro agravado, como autor mediato al haber aprobado dichos procedimientos. Años que se le da a Fujimori por la comisión de aquellos, que no tienen que ver con la pena impuesta por allanamiento y la que se vendría por supuesto peculado (el caso de la CTS de Vladinero Montachinos), que en realidad percibo como una sanción también por los estragos sociales de su cuestionable estadía en Palacio de Gobierno (interrumpida de forma providencial, sí, seamos honestos, fue un golpe de suerte lo del vídeo de Beto Koutri).
Ponerme a saltar y a decir frases cliché es de caviares, y en verdad, no quiero subirme al coche como suelen hacer algunos, o festejar en venganza por lo que le hicieron a muchos patas míos; en su lugar, prefiero saber si se declara ha lugar el recurso de nulidad interpuesto. Aún con la tranquilidad que inspira esta sentencia, es necesario avanzar, extender el tema más allá de lo que significa la sanción de un elemento puntal.
¿Los otros? Muchos seguirán saltando durante días, haciendo creer a otros que sus circenses celebraciones (con máscaras y conciertos de trova incluidos) son por tirria o envidia hacia la Rata Pseudojaponesa, o porque simplemente son unos ignorantes (por decir lo menos), gente que no sabe concatenar los hechos, que Fujimori fue la coronación de una costumbre que llevaba años enquistada en el Perú: El disparo indiscriminado, el "mate primero, pregunte después", la ineficacia o inexistencia judicial en zonas rurales, la subestimación de la condición humana de ciudadanos menos privilegiados, los regímenes militarizados en ciertas zonas del Perú.
Y bueno, el miedo a la incapacidad de concatenar hechos no es nueva, ni exclusiva de alguna clase del Perú, Cuba también muestra lo suyo en Memorias del Subdesarrollo (Tomás Gutiérrez Alea, 1968), recomiendo ver desde el minuto 4:02.
Es cierto que en los primeros años de los '90 muchas de estos procesos encontraron su cénit, pero cabe preguntarse sobre lo que debe pasar con los anteriores actores de esta horrorosa trama y cabe recordarse que los Derechos Humanos deben protegerse sea contra quien sea, pase el tiempo que pase. Me gustaría mucho saber que pasaría con los funcionarios de fuerzas armadas presentes en Julio de 1986, o algo acerca de otros funcionarios, en 1984; que yo sepa, los delitos de Lesa Humanidad NO PRESCRIBEN, a diferencia del enriquecimiento ilícito. Es comprensible sentir que Fujimori recibió lo justo, pero eso no debe significar obviar lo anterior o "esperar que pasen 30 años" como decía un comentarista del feisbuq que sale en la imagen. Finalmente, esa es la lección principal de este juicio, y si no se asimila, en verdad no sirve de mucho.
Keiko Sofía y los tallos del fujimorismo
Un personaje con quien tendría reservas es Keiko. Más allá de su falaz liderazgo político (sólo los imbéciles se emocionan tanto con encuestas faltando dos años para elecciones), hay cosas que me la pintan personalmente como una persona inelegible.
Lo que pasó a mayores en su tiempo fue el escandalete conyugal, el del divorcio de Fujimori y Susana Higuchi. Esto se debió a los constantes maltratos físicos hacia ella, ¿debido a qué? Muy simple, a que esta lo amenazaba con denunciar todas las triquiñuelas que hacía la panaca Fujimori con bienes donados desde el extranjero, como su venta, exportación, entre otras cosas, por supuesto muy lejos de su verdadero destino. Al ser parte de una familia muy tradicional de la colonia japonesa peruana (respetuosos, entre otras virtudes, del honor) y también por cuestiones de integridad, la señora Higuchi no sólo desaprobó esa conducta, sino que estaba presta para sacarlo a la luz. La represalia de Fujimori es ya conocida...
¿Qué me da a pensar Keiko? Pues que, casi literalmente, por poder es capaz de vender a su madre. No estoy tan al tanto de hasta donde llega la honra hacia los padres para los japoneses, o si es distinto para padre y para madre, pero creo que humanamente cualquiera no puede estar a favor ni trabajar con alguien que le hizo la vida a cuadritos a su madre, menos por cosas como las que mencioné en el párrafo anterior. ¿Tan conveniente fue para la menor de las hijas de la familia Fujimori Higuchi? Evidentemente, no sólo al contribuir con sus estudios, sino con su propia carrera política, siendo hoy lideresa y heredera de un movimiento con cierta fuerza en el espectro político.
Su realidad sí me parece escabrosa. Prefiero pensar en la genética fujimorista...
La genética fujimorosa
¿Qué es lo que convierte a la gente en fujimorista? Un inteligentísimo profesor en Generales me aclaró en algo la duda: El fujimorismo es socialmente el grupo más heterogéneo, no es emblemático sólo de tecnócratas o profesionales exitosos y de gente acomodada (como el PPC y el AP), ni de un grupo predominantemente mesocrático con ansias de recuperar poder perdido (como el APRA, aunque se autocalifique como partido del pueblo) o predominantemente de las clases modestas (como las bases apristas distantes del APRA oficial, o los antiguos partidos comunistas). No, no, el fujimorismo estaba formado por todas las clases, pero cada una de estas llegaba al local del Jr. Sebastián Lorente (primera sede de Cambio 90) por diversas razones...
Hace casi tres años, un amigo y yo nos dedicamos a analizar los diversos orígenes del fujimorismo en un viejo fanzine universitario. Discrepamos en dos puntos y acerca del personaje... pero dos tipos especiales nos interesaron...
El arribista, que según yo existe en toda tendencia política poderosa. La defensa de la postura fujimorista de su parte se basa casi en lo mismo que podría basar la complicidad de Keiko con su viejo: El ascenso conseguido, la motivación principal de muchos peruanos, el evitar morder la mano que te da de comer aunque te de sangre como merienda. Por supuesto, es una casta mayoritaria de nuestro cuerpo político, de gente a la que se le dio de comer y que en la actualidad, puede hasta codearse con los grupos poderosos y sentirse en familia, y hoy devuelve con fanatismo extremo, suficientemente obnubilador...
El fujimoroso chusma es hijo del remedo de política que se suele practicar, ya no el del favor o intercambio como podía ser el caso, sino el de la limosna, en el cual el estado cumple sus obligaciones con los menos favorecidos, pero disfrazando esto como favores que el pobre beneficiado debe agradecer, anda más, porque nunca podrá aspirar a ascender como el anterior. Eso hace pensar en que estado de mendicidad pudo haber dejado al pueblo el paso del tiempo y de diversos regímenes. Y con todo lo que dejó Fujimori, analizándolo friamente, no era tan difícil dejarse embelesar...
Es todo, ya me voy al Monumental. A muy mala hora llegó Andy Roddick; lo siento Lucho, el corazón es primero, otro día nos jugamos un set...