
Esa foto me la tomaron ya como graduado (hasta mi postura es la de Dustin Hoffman en la película), vestido como los sábados de revisión de reivindicaciones de patente a la oficina, con la misma cara de pocos amigos y bajo sueldo.
Se me pasó el día del abogado. En la noche, haciendo un paréntesis a la angustia que estaba pasando, redescubrí que siempre olvido esas cosas básicas de la abogacía. Era cierto que había recibido saludos de algún secretario o colega de universidad con quien me había topado en el PJ por la mañana, pero no había prestado atención deliberadamente, no estaba contento con mi elección a esa hora, ni esa semana; estaba bastante deshidratado por mi periplo en Ilo, en donde estuve presente en algunos remates a favor de la empresa. Sí, mi despsite fue voluntario, y de ello no pueden responsabilizarme, porque no existe ninguna obligación de recordarlo, a pesar de mi cualidad personal...
Vaya, que falta de espíritu de cuerpo...
Ya en mi cama, con El Barbero de Sevilla a todo volumen por un motivo que detallaré en otro post, pensé en mi propio día del Abogado, aunque sólo sea bachiller. ¿Y qué? Si para efectos prácticos actuaba como abogado, lo único que me faltaba era la firma y un número CAL, puestas por alguien en un escrito o documento impulsado por mí (así es la vida de practicante y/o asistente). No había que ser tan ingrato, esos más de dos años preprofesionales más los actuales meses como "frilans" me estaban permitiendo vivir con cierta holgura a pesar de no tener nada estable fuera de gastos, gastos, y más gastos académicos.
¿"Frilans"? Seamos honestos, algo que la norma no me impide. La crisis golpeó duramente a muchas empresas peruanas, una de ellas es una familiar de Arequipa, con muchas obligaciones de dar dinero, prendas (o garantías mobiliarias desde el 2006), arrendamientos, registro vehicular, registros de marca, oposiciones a registros y demás pendientes entre Moquegua, Arequipa y Lima. La labor en sí es más fácil por lo no era necesario obligar a dos abogados a cumplir ocho horas (cinco de ellas en MSN) de servicio ni pagarles más de S/. 4400. Alguien ideó que sería mejor acudir con alguien con cierta experiencia, que no cobre mucho por ser bachiller y familiar, y luego encontrar algún tinterillo por su firma, sin contar los ejercicios notariales. Diversificando costos: No más de S/. 2500 soles al mes, incluyendo transportes.
Sí, es fácil la abogacía. Lo que me molesta es tanta tendencia a complicar cosas simples, que podrían fluir en lugar de extraviarse en un intrincado laberinto de procedimientos (en este aspecto, concuerdo en un 90% con Alditus y su opinión sobre el mundillo jurídico peruano). Pienso que es una forma de autoconservación profesional: ¿Qué pasaría si cualquier litigante supiera lo mínimo de movimientos en entidad judicial o administrativa, los TUPAs, o por ejemplo, se derogara la defensa cautiva en muchas más cosas? Sería el acabose para muchos, reduciendo la competencia a un circuito darwinista bastante justo: El mejor se come al mediocre. Muchos no tendrían por donde moverse, las cosas marcharían más rápido, incluyendo los trámites para la sustentación y exámenes de grado, algunas cosas que no deberían caer en manos de algún "doctor" o algún "jurisconsulto".
(Un cruel ejemplo de lo anterior: César Nalgazaki. Vean que no optó por la salida simple de recursar a San Martín y así ganar tiempo, nada que ver; prefirió el entrentamiento frontal sin escudos poderosos, y un abogado siempre tiene que tener un plan. Fácil piensa que la Montaña Fuji le dejará un escaño en el 2011, chino huevón que ahora debe estar recibiendo del sanmartincito por hacerse bolas vanas)
Es fácil, aunque me moleste y me produzca ulceras, es fácil y lucrativo. Y creo que esa es mi principal motivación, descartando algunas razones que mencionó Fugitiva en su post abogadil: - Influencia familiar: No, en mi familia hay ingenieros, médicos, economistas, contadores, mi papá y yo, Raules ambos (¿se han dado cuenta que el nombre Raúl es de abogado? Raúl Ferrero, Raúl Peña Cabrera, Raúl Zaffaroni, Raúl Canelo, etc), abogados ambos. Sin embargo, admito que mi viejo no me influenció, al contrario; es laboralista, y a mí no me cuadran los laboralistas.
En verdad, la familia influyó, pero en detrimento de otras carreras, ya lo explicaré.
- Remuneración y campo laboral: Es una razón puntal, considerando además que los abogados son como mujeres, donde sea se necesita uno, en los lugares y centros más inusitados. Por ejemplo, tengo una ex compañera que trabaja en el Cuerpo General de Bomberos...
- Capacidades e intereses personales: No tanto. Siempre fui algo enérgico, justo y discordante desde pequeño, pero eso no era precisamente adecuado; al contrario, un litigante, por ejemplo, debe ser lo más obsequioso posible, especialmente en el Poder Judicial, con los asistentes, con los de mesa de partes.
De otro lado, desde mis años de secundaria cosas como la Política, el Cine, la Literatura y otras artes, llegando incluso a tocar algo de Economía fueron intereses puntales para mí. Ya en secundaria, incluso antes de mi fracaso en la Pre de San Marcos, había declinado estudiar Medicina por algo que podía englobar lo anterior... que no era Derecho.
El Derecho, mal que bien, me está dando el medio principal. Siempre deja un gustito agradable en el paladar y sobretodo, en el bolsillo, y mi abuela siempre me dijo que no es bueno morder la mano que te da de comer. ¿Saben cuál es la ventaja? Siempre lo dije: Sea cual sea tu verdadera tendencia, interés o capacidad, el Derecho siempre tiene un espacio para todos. Es algo costoso encontrarlo, como me pasó a mí con esto de Competencia Desleal y Propiedad Intelectual, e incluso sigue siendo difícil encontrar la total satisfacción.
Y bueno, a donde vaya, es inevitable que "molesten al doctor" con sus preguntas sobre tenencia, divorcio, pensiones, CTS, PDT (Tributario, uno de los 5 más grandes crushes erróneos de mi vida), remuneraciones (wácala, laboral), ya sea porque voy en saco y corbata al Alzamora Valdez, o en alguna reunión donde alguien comete la imprudencia de decir que me dedico al derecho. Digamos que es una especie de devolución de favor que la sociedad nos cobra por estar en una posición más ventajosa que el resto, y por eso vale responder, así como los ingenieros como mi amigo Mañuco responden cuando a algún camarada suyo se le malogra el celular, o cuando a un actor le preguntan si las luces queman o si aburre hacer 20 tomas de una misma escena. Igual, creo que la canción del villano de Volver al Futuro, que encontré en el blog de Azul, es PROCEDENTE y hay mérito para anexarlo al presente expediente. Mientras tanto, ruego que nunca se me vuelva a pasar un 2-Abr, o que no se me pase leer El Peruano jamás.
(Si tienen alguna pregunta sobre el lenguaje abstruso de este post, háganla nomás)