Destruyendo mitos
Ya tenemos algo de idea de lo que se piensa de la mayoría de nosotros. La clásica de saltar de relación en relación, de cama en cama, sobre inmadurez o insensibilidad. Inevitablemente, todos alguna vez caímos en ese saco, con una especial circunstancia que hace más enojosa la situación: Eso contribuyó desfavorablemente al resultado. Si no fuera porque esas ideas se metieron como germenes a la mente de ella y distorsionaron la idea que tenía sobre uno, o porque se psicoseó con eso, malogrando la relación, realmente no nos preocuparía, generalmente no nos preocupa lo que se piense de nosotros si eso no influye en el resultado.
Empero, estamos en el mundo real, los resultados fueron desfavorables, para evitarlos sería bueno contrarrestar esas ideas, y para ello, es necesario saber de donde provienen. Veamos:
1) Medios y comunicadores: Indefectiblemente, la mass media influye entre sus consumidores.
Desde los publicistas gringos o argentinos de Axe o los peruanos de John Holden, hasta las novelas mexicanas en las que el galán, cuanto menos, KAS con dos tipas aparte de su sufrida diva, casi todos alguna vez se encargaron de mostrar ciertos rasgos supuestamente naturales en un hombre: Miedo al compromiso, desbocada necesidad sexual, tendencia al engaño y a la pendejada, superficialidad, todas eso, teniendo como víctima a la princesa del cuento.
En suma, algo dentro de lo “aceptable”, que no te haga ver como un “huevón tierno y vulnerable” del que se puede sacar harta ventaja y/o convertirlo en amigo payaso o amigo a raya, ni tampoco como un “cerebro” o alguien “súper complicado”, demasiado para ella, que la confunda y hasta la avergüence un poco.
2) En la intención de ofrecer un producto más digerible y acorde a “lo esperado”, también tendemos a superficializar la vida sexual, de acuerdo a lo que puede ser percibido como aceptable en un hombre normal, dependiendo del grado de machismo asimilado en cada lugar.
Igual pasará con nuestro poder adquisitivo, otra cosa que tendremos que mostrar hasta lo innecesario. No sólo demuestra que buena chamba conseguiste o que tanta plata tienes, aparentemente también muestra tu sensatez, responsabilidad e incluso independencia. Como que hay que mostrar más señales que hechos. Por eso, pareciera que nuestro sueño dorado sea el típico del Ferrari con la rubia al costado.
Sólo parece, felizmente.
Aunque gracias a estos y otros preconceptos que se me han pasado o por flojera no incluyo, siempre terminaremos con la culpa de algo, sí somos culpables de mucho de esto.
Así como la mujer que recibe golpe también tiene culpa, nosotros tenemos la culpa de ser tan de masa, tan maleables, y dejar tanto de ser nosotros mismos. Tanta culpa por alegrarnos, de decirnos los unos a los otros "es que uno es varón", tanta responsabilidad por aceptar cargas tan innecesarias y condenar al que vive liviano.
Ahora sí, puedes decir que soy culpable, pero no de tus desgracias, ni de que me hayas puesto cuernos por no darte miel o por atosigarte tanto. Soy culpable por creérmela todititita.