lunes, 30 de marzo de 2009
sábado, 28 de marzo de 2009
Voy a apagar la luz, para no pensar en tí
... para no pensar en tí.
De alguna manera tengo que sobrevivir. Sé vivir de la pobreza, ¿por qué no de la oscuridad?
Bueno, soy testigo de la trafa, ya sea de D'Onofrio y de cosas que se le parecen. Puedo vivir con cosas mejores, pero no sé porque, cada vez que se vuelve a manifestar, una fe absurda reingresa en la mente de uno, para creer en una revelación, cuando lo que hay es otra vuelta a la tuerca, otra ramificación.
No me gusta el papel de tarado de cumpleaños ni la resignación, soy lo suficientemente orgulloso para admitirme engañado, incluso prefiero admitir mi error pero no disculparme por ello. Gasté un sol en un helado Lamborgini (de color rojo, como los de esta casa), unos productos con un sabor de chocolate más seguro, con una propuesta comercial más estable y objetivamente cierta (vean el comercial del sandwich, y díganme si no es un ejemplo de perfecta publicidad comparativa).
Según el foro Fesibuq, las principales piruetas de D'Onofrio se centraban en:
a) Los carretilleros condicionaban la aplicación de esta promoción a la compra de uno o más helados a precio normal.
b) El stock ofrecido fue bastante más reducido en muchas zonas, respecto al de días normales.
En fin, hubieron buenos momentos de D'Onofrio, aún hecho en el Perú, pero ya tiene en frente una oferta que no sólo abre la competencia, sino que se ve sólida. El consumidor merece algo mejor, sobretodo si tuviese ganas de pasar la página, o arrancarla y quemarla.
Pero, eso sí no lo puedo ocultar, ¿por qué tanta credulidad? No sé cual fue el motivo para apagar el cerebro, y no darnos cuenta de que era una oferta linda, tal vez, pero absolutamente inverosímil. ¿Qué tipo de control puede haber sobre los carretilleros? Ninguno, siendo ellos (el último eslabón) quienes tuvieron que dar la cara o perder su ganancia diaria, en muchos casos, y recibir directamente las puyas que su patronal merece.
¿No hubiera sido mejor establecer la promoción en ciertas cadenas, o que sea dicho precio en ciertos distritos, o para ciertos helados? Algo que podía ser satisfactorio, sin dejar de ser realista.
Particularmente, yo también haré lo mismo; no me gusta que me la hagan, ni que me subestimen, ni hacer planes por las huevas. Podría correr hasta alcanzar al heladero que está a cinco cuadras de mí, capacidad y fuerza no me faltan, pero ya no tengo ganas, puede que quiera que compre un combo, o que sólo tenga los horrorosos helados Inca Kola. Simplemente no quiero correr por gusto, como un Forrest Gump.
Me merezco algo mejor, por eso guarde siete soles para comprarme un helado en Palermo, algo a mi medida. ¿Freak, desubicado y sin amigos? Puede ser, y tal vez por eso sea (como siempre) un no-D'Onofrio, pero al menos puedo encontrar lo mejor entre lo que busco.
Sin embargo, hay algo que se parece a D'Onofrio de lo que no me es tan fácil deshacerme, ni desterrar, pues ni siquiera sé si sea correcto o no. Y por eso voy a apagar la luz, para no pensar en tí...
Sincera confesión
Anónimo
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16:02
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Pizcas de sal sobre la herida
viernes, 27 de marzo de 2009
Profesionalismo: Enfrentando a la deshidratación
- No te enfermas muy seguido, ¿verdad?
- No, no hasta el momento. Sólo una vez tuve síntomas similares, cuando era chico, ni siquiera estaba en Lima. ¿Tiene que ver con el cigarro?
- No, no, más bien parece que has estado tomando muy poca agua últimamente...
El doctor estaba en lo cierto, y ese factor había dejado de ser sólo un gaje del oficio. Como muchos de ustedes sabrán, suelo preferir el trabajo de campo a tener que pegar las nalgas a un mismo asiento y la mirada a un mismo ordenador, el viaje por una ciudad que nunca termino de conocer siempre tendrá algo de prioridad; el gran problema es que esta semana dejó ver su lado negativo.
Será mejor revisar los elementos que combinados, anunciaron el decaímiento:
- Encorsetado en un traje de lanilla y/o casimir, una camisa que en muy contadas ocasiones será perfectamente ventilado, amarrada por una corbata en el cuello, complementada con esos duros zapatos de vestir, aunque amplios, siempre proporcionan una cuta de prisión.
- El tóxico ambiente de las inmediaciones del Alzamora Valdez, de la mayoría de calles de La Victoria y, sobretodo, de la Av. Canadá (por alguna razón, esta avenida me parece casi tan intratable como la Av. Huacatay). Claro, y aunque parezca un lugar corriente entre los bloggers, sin excluir el horno nazi que puede ser un bus.
- Un calor que llegó a los 28º (30º dentro del saco).
Resultado de la combinación: El doble de sudoración y sensación de sequedad que en ocasiones normales.
El hecho de estar pendiente del trámite y de las vueltas que me quiera largar algún secretario que guste de pasarse de gracioso, o la atención ferrea a los detalles de cada expediente que reviso arriba o abajo, suelen absorver la totalidad de mi atención, en detrimento de factores tales como el peso de los documentos, el tiempo, la distancia hacia el lugar más decente para comer y, sobretodo, el elemento hídrico. Yo mismo era un reflejo de la humanidad actual: Con poca agua, la necesitaba más, para algo de verdad y no por mero antojo (en el cual había desperdiciado una buena dosis), y para el inicio de la tarde, beber era más importante que comer (se puede vivir sin comer, pero no sin beber).
"Al menos en la Av. Canadá venden San Luis con gas y mucho KAS" pienso en el bus, mientras veo a la gente que ocupa ese bus (libre de basura), a la altura de la Av. Isabel La Católica, llegando al cagódromo. ¿Por qué es tan fácil para casi todos ellos, con sus bolsas, sus trajes de fibra sintética, su manifiesta transpiración, vivir sin agua? Y el cobrador, como casi siempre, cero sorbos, ¿es que a esa deshidratación se debe el comportamiento de los cobradores a partir de las 4:00 pm? Los únicos con agua, una botella como distintivo, son los otros personajes del mundillo jurídico: Dos patas con camisa de manga larga y una chica, mandando un mensaje de texto y bebiendo de su botella, con cara de enojo contra ese jefe que no la manda en taxi (y que, casi por descontado, le exigirá los boletos de los buses que tomó).
Bajamos los cuatro en un paradero común: Av. Guardia Civil, el paradero de INDECOPI. Piso fuerte y siento el impacto en la pantorrilla derecha, después del acto reflejo primitivo (ponerme la mano en el lugar del dolor), ejerzo el adquirido, buscar en mi bolsón la botella que todavía no había comprado. Si no encontraba otra botella, el día sería más largo de lo que hasta ese momento era.
Los dolores en la pantorrilla continuaron durante ciertos días, a los que se sumaron una leve sensación de fatiga y la acumulación de sal y pellejito suelto alrededor de mis labios. Decidí ausentarme del gimnasio durante ciertos días como medida de prevención y ante otro síntoma extraño: Mi creciente sensación de irritabilidad, la cual no se debía necesariamente a la falta de agua, sino a las circunstancias mismas de mi misión principal ejercida, casi literalmente, "a secas".
En los siguientes días, me sometí a diversos agravantes, tales como comer cebiche y ser sujeto de interrogatorios sobre ciertos temas de los que es mejor no hablar, de consumir porciones considerables de queso serrano delicioso al llegar a casa, y de seguir con esa rutina que parecía más llevadera en mi etapa de trabajador dependiente. Los calambres se sucedieron, mi estómago se hizo algo intolerante a la sal, al pescado, a la cerveza que me ofrecieron algunos amigos del cole el fin de semana, al chocolate que alguien me ofreció el sábado y finalmente, el incremento de la necesidad de descansar y de visitar a un médico...
Como que había que rehacer mi relación con el agua dulce en general, como suelo plantearme cuando trabajo y estoy más lejos del agua, ocupante del 60% de mi espacio corporal y del 32% de mi chamba. No es extraño que me obsesionen las imágenes de espejos de agua, a cuyas fotos acudí ultimamente en busca de cierta distención por esta mezcla de acontecimientos, mientras tomaba mi jugo de naranja (cítricos, ¡más y más!).
¿Mi "tinaco" favorito? Tingo, aunque en los últimos años haya pasado por un proceso de "ornamentación", sigue siendo mi retiro favorito. Eso sí, a pesar de la metamorfosis similar a la mencionada, la fuente Tradiciones del Parque de la Reserva siempre será especial (foto de abajo).
En fin, la esperanza es certera: Alguna vez, tarde o temprano, recuperaré mi nivel acuoso, tendré un tiempo para visitar las gélidas aguas de alguna laguna de puna, o de un mar tranquilito, solitario, individualista. Mientras tanto, sólo queda levantarse y salir al sol, antes de saltar de cubierta...
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
jueves, 26 de marzo de 2009
Hablan las imágenes: Las gordas y el ombliguismo
Bueno, tengo que mencionar nuevamente a los pioneros de esta costumbre, y también del mismo tipo de suerte: Yvonne, Alberto F. y Dios Ateo.
Alguna vez pensé que había gente capaz de idear un bypass penetracional perineal-umbilical, ahora estoy seguro...
Chicos, los dejo con esas imágenes extraídas de ciertos came froms que, por lo demás, confirman que este blog se va popularizando en los sectores "subterráneos" del consumo en el ciberespacio. Ahora me voy al concierto de Maiden, del cual hablaré más tarde, pero de quien les dejó algo muy bueno: Number of the beast.
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
martes, 24 de marzo de 2009
¿Por qué no muestro el blog a mis amigos?
- Sí, en cambio, el cuento siguiente me asustó un poquito...
Las fotos de la cabecera corresponden a una de las pocas publicaciones que conservo conmigo, el recopilatorio de Generales Letras del 2003. Tengo dos ejemplares conmigo: Uno que conservo por razones emocionales (me lo entregaron poco después de una fea crisis que tuve en el verano del 2004) y el otro, pues, que cosas, lo guardé para "entregale a esa persona muy especial (my special K, my significant other) un ejemplar de la primera y agotada edición impresa de uno de mis cuentos, el único existente firmado con mi nombre real".
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
sábado, 21 de marzo de 2009
Profesionalismo (1)
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
Atajitos: Profesionalismo
miércoles, 18 de marzo de 2009
El inconsistente tema del Verano
No sé si me equivoco, pero los temas del verano no tienen consistencia.
Hace poco pensaba que lo que surge entre fines de Diciembre y comienzos de Marzo no tienden a significar demasiado, o a durar, o a requerir mucho de uno. Es mucho más lígero, más relajante en algunos casos, y en otros, dicha incipiencia llega a ser fastidiosa. En realidad, hace cierto tiempo le perdí la fe al verano que, si bien es cierto nunca me gustó demasiado, era como un Papá Noel de adolescencia en cuya benevolencia creía.
Como que el verano significa generalmente descanso, vacaciones, momentos de solaz, reposición, torneos de verano, lo que sucede se queda en el verano. Tanto en el cole como en la universidad (incluso con ciclo de verano) la tónica académica casi general era no tomar nada serio en esos meses, o de tomarlo, no hacerlo tan seriamente, darse al relajo sin reparar en la importancia que pudiese tener. Que se derrita rápido al sol.
Después de casi todo un día de chanchullos jurídicos, me siento más relajado. Sé que estoy haciendo algo serio, algo muy importante para el presente, pasado y futuro, pero igual tengo la sensación de que no es precisamente lo esencial que estoy buscando. Le pongo ganas, las suficientes para salir adelante y llamarme sin tapujos abogado a fines de este año, pero no es lo mismo que eso... que es algo que quisiera no olvidar nunca ni dejarlo atrás facilmente, ni sentirlo como un esfuerzo sobrehumanamente molesto pero necesario que podré canjear por una satisfacción mayor...
Nunca me puse máscara alguna, soy así. Los veranos ya no son como antes, por eso quiero que se acabe rápido, su creciente frivolidad me inquieta, lo insuficiente de su capacidad de aferrarme. En fin, mientras tanto, disfrutarlo al menos, mientras tengo algo de tiempo libre y pueda seguir dejando inactuales.
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
domingo, 15 de marzo de 2009
Gimnastic: La matrícula
Lo admito, hasta antes de Nov-2007, desde 1998, había intentado todo por perder peso; no vale la pena ennumerar los métodos, me da roche de todos modos, pero todos tenían un punto en común: Su insuficiente dosis de testosterónica constancia. Desde el intento de salir a correr por el parque Bausate y Meza (ese triángulo mínimo al lado del ONPE, y que parece ser la cereza del helado llamado Campo de Marte) hasta dietas que no duraban más de dos días, con lo que mi madre ayudaba pensando que "me iba a desmayar".
Ya a fines del 2007, toda mi familia, osea el manchón que representa la pareja nupcial Vásquez Rodríguez, había comprobado que no podía desmayarme ni con tres días de ayuno absoluto. En efecto, perdí cuatro kilos y pico que, en una proyección optimista, creía poder perder recién a fines del 2008; sin embargo mi salud no sólo me preocupaba, ME ASUSTABA, por lo que decidí visitar un consultorio para conocer el sello de la nueva cara que comenzaba a mostrar.
Los resultados fueron claros: Se había perdido peso, sí, pero en un mix tradicional, con esto quiero decir que no se perdió sólo grasa y cierto exceso de agua (como suele ser el ideal), sino también fibra, tejido útil, masa magra. De otro lado, mi colesterol había disminuido muy poco, igual que mis trigliceridos, y la presión seguía igual, principalmente por el oscuro porvenir que divisaba. Parecía que sólo había cavado la mitad del túnel, pero aún no estaba debajo ni del patio del penal de Lurigancho, o no había cruzado aún el Jr. Marconi.
Después de cada día de trabajo, por entonces, y debido más que nada a la tirria contenida, solía correr por el Campo de Marte hasta... cansarme, lo que no representaba más de 7 minutos diarios, y la cuestión distancia no había cambiado mucho: Corría desde la intersección del Jr. Horacio Urteaga con Jr. Nazca hasta... un poquito más allá del monumento de los caídos de la guerra de 1941.
Esos días, volvía a mi casa alegando tantas tonterías tipo César Nalgasaki, como de costumbre: Que es difícil correr después de un insufrible día de chamba, que aún no me recupero totalmente del asma, que así es el organismo de un fumador empedernido... en fin, una bola de embustes. Era un rasgo general de mi estado físico psíquico (como el de muchos otros), un cambalache incesante de peros, excusas contradictorias, cualquier cosa para evitar tomar el toro por las astas en muchos aspectos de la vida, escudándose en posibles soluciones como "todo pasa por algo", "ya llegará el momento", "no es tan malo de todos modos" o, ja, "todo cae por su propio peso". Mentiras que salen de uno, y que alimentan las mentiras del resto del mundo, tal como detallaré más adelante.
De hecho, esto sí había caído por su propio peso. Conversando con Raulex, nos dimos cuenta de que mucha de nuestra guanga consistencia corporal, amorosa, estudiantil y, por entonces, hasta preprofesional, se debe a nuestra leve disciplina para muchas cosas que consideramos "mundanas". Siendo reciente la sentencia del caso J, acordamos que, en lugar de unas chelas, ambos aprovecharíamos nuestros vales de tres días en el conocido gimnasio que estaba cerca de nuestras casas, ese mismo día. De todos modos, cada uno, sin torneo a la vista, tendría harto tiempo.
Después de las evaluaciones en los aposentos de las mujeres de blanco del gimnasio, y utilizando las fajas (que para entonces era, para ambos, meramente caminadoras) sacamos al fresco varios considerandos y una resolución:
1) Que Raulex estaba en peor forma que yo. Por eso, había caído tan pronto en el campeonato que se había cerrado, mientras yo terminé luchándola hasta la fecha final, ganando cuatro partidos al hilo (incluyendo el derby, pero igual, segundón).
2) Que estar dentro del peso, no significa estar libre de grasa; eran 82 kilos míos, de los cuales casi 25 eran grasita. También pueden preguntárselo a Juan Manuel.
3) Que el gym era relativamente costoso para nuestros sueldos aún de practicantes en Derecho. Sin embargo, más costosa sería una liposucción... o una cirugía a corazón abierto (y no éramos nada emos para desear morir).
4) Que teníamos más tetas que algunas de las tías que estaban ahí.
5) Que teníamos la posibilidad de sacarnos nuestros respectivos clavos en el verano con algunas otras "individuas", siempre y cuando ellas tuvieran más que nosotros de aquello mencionado en el numeral anterior.
6) Que había que aplicar el Análisis Económico de Alfredo Bullard, curso que llevamos juntos como Impuesto a la Renta: El alto costo implicaba, en realidad, un incentivo indirecto a cumplir con nuestra parte, a poner disciplina y sacarle todo el jugo a esa fruta. Si perdíamos ahí, perdíamos harto billete, era una apuesta fuerte...
7) Que íbamos a apostar. De todas maneras, el gym estaba abierto hasta las 11, había tiempo después de la chamba.
Bueno, al menos yo aposté. Raulex no pudo con los siguientes dos días del pase gratis, ni comiendo helados Peziduri con fruta...
Y fue ahí donde comenzó el getting fiscal, y el getting fiscal se decidió a... trotar... y trotando se construyó la historia... de la cual no sabes ni papa... porque esta es recién la segunda entrega que llega a tí...
Sincera confesión
Anónimo
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11:16
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Pizcas de sal sobre la herida
Atajitos: Gimnastic
jueves, 12 de marzo de 2009
Ese puerto existe...
(Foto: http://www.prensaperuana.com/)
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
domingo, 8 de marzo de 2009
Gimnastic: Intro
Odio estar en el gym a esta hora. Los que vienen son viejos, muy guatones, tíos con olor a combi, viejas con pelos en el ala y con la guata colgando sobre la licra, sin contar los son cero músculo y están para el gato mocho. Fácil a uno de estos le da un infarto, ni Richard podría ayudarlos. Lo peor es que dejan apestando las máquinas, ¡y hasta a veces se demoran porque van con sus amigos!
Es mejor venir en la mañana, meterse a todas las clases y quedarse webbing con la gente hasta el almuerzo. Así es, mi rutina es básicamente de baile, una vez a la semana me meto a hacer cycling y máquinas. ¿Mi secreto para seguir regia? El sauna pues, aunque después de ir casi diario durante un año o por ahí, siento mis labios y mi lengua más pesados; da igual, tengo el poto bien parado, cero grasa en la barriga, ya estoy hecha para los implantes.
El problema es que una se convierte en el imán de los apestosos, sobretodo a esta hora. Al menos en la mañana, vienen puros chicos guapos como el chico del cycling (no sé, medio amaneradito se ve cuando se sienta en la bicla, que penita, ¡es churíííísimo!), pero a esta hora vienen puros aburridos, que sólo hablan de como va indiocopia (sic), bancos, la empresa, de la oficina, del juzgado, aaaaaaaaayyyy pues, la política es tan cochina, pufi, pufi y la economía, no sé, tampoco me gusta; vienen siempre con el cuento de necesitar la máquina, ¡y una no es otra máquina pues! Necesito media hora para usarla bien, también tengo cosas que hacer y una de ellas es mantener duritas las piernas.
Hablando de pufis, aquí viene uno, el de las tabas Adidas compradas en la Máquina del Tiempo; este pata sí que es un freak. Lo he visto mil veces caminando por mi casa, mirándome a los ojos y guácala pues, es un chancho, aunque ahora no tanto, fácil reventó como un globo y lo que veo de él ahora son los restos de plástico ese globo, como Ñoño. Igual es un chancho, casi nunca lo he visto conversando con la gente, y de hecho le encanta mirarme el escote (como todos aquí, si me opero, los cojudo se quedan tuertos), babeando como los negros del taller de la esquina. Siempre trae una toallaza, supongo que es porque está acostumbrado a usar cosas XL, como ese short ridículo que a veces lleva, si no es el short rojo (Adidas, fácil la usa para ir a tonear) o el de Educación Física de su colegio (fácil del Diego Ferré o del Guadalupe).
Aggggggg, está lleno de sudor, ni las chicas, ni los chicos, ni yo, ni todos juntos hemos sudado tanto en un año como este sólo hoy. Desubicado, hace ejercicio con lentes, fácil hasta se mete a la ducha con lentes, si es que se baña; es tan rochoso como su polo, "Sin grasa no hay gracia", nada que ver, este sí que es un desubicado maaaaaaaaaaaaaaaaal...
- Una pregunta, ¿te falta mucho? (Lo dicho, el chancho se acercó a hacerse el interesante. Que se aguante).
- Me faltan tres series más (A ver si así te quedan ganas de quedarte, lornaza, ¿por qué no te quitas los lentes para entrenar. Ni mirarlo, a ver si desaparece).
- Bueno, alternamos, ¿no? (¿No te digo? El truco de todos estos gileros nada-que-ver, apenas la ven a una sola; mejor voy llamando al limpiador, ¿dónde está Beto para que me defienda? ¡Cada vez que alguien me pide la hora, siempre viene él! Ah, en abdominales con las viejas esas).
- Está bien. (Pon tu toalla nomás, ¡Beto, help! ¡Los nerds se matricularon en el gym! Mejor se multiplican por cero).
- Gracias. Pero mejor me voy a la otra máquina, la tuya tengo que reacondicionarla para una persona alta.
Ay, duele. Mejor me tomo otro descanso. ¡Siempre me duele hacer ejercicio esta máquina! Al chancho no, es hombre pues, que espere. ¿Qué habrá querido decir con lo de "alta"? Ahí vuelve...
- ¿Cansada? (¿Qué te importa, cuatroojos? ¿Por qué no vas a tratarte de la hidroponía (sic) mejor? ¡Hueles a chela! De hecho pues, si tan rápido hiciste lo de la otra máquina)
Se queda mirando a otro lado el huevón. Fácil se alucinará con otra, porque yo, yo, yo, ya le puse mi cara de enojo.
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Por supuesto, el soliloquio anterior bien pudo ser el fragmento de un post enojoso de alguna blogger usuaria de cualquier gym (digo "una blogger" porque, honestamente, nunca vi o lei a un hombre escribiendo cosas así).
No entendía porque no se le había corrido el maquillaje, menos podía comprender que obvie que antes de las sombras y el colorete venían el agua y el jabón, en fin. Cosas con las que suelo lidiar, prefiero venir después de la chamba a levantarme a las 5:30 am, la hora más rica de sueño.
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La faja corredora (para mí; para otros, es trotadora o caminadora, y para los más decrépitos, andador) es la atalaya ideal para observar este ecosistema llamado gimnasio. Mi ubicación, pese a mi constante movimiento, me permite observar todo lo posible de este pequeño local, desde quien entra o sale de su camerino, hasta a los adictos a las mancuernas, gracias a estar más de dos metros sobre el suelo, pasando por los pasos de baile. Comportamientos, tipologías, de todo; es gracioso este ecosistema donde, increíblemente, se puede encontrar de todo, desde los estereotipos más inusitados hasta la gente más divertida e interesante.
Creo que es el momento adecuado. Después de más de un año del milagro del adelgazamiento relámpago, de más de sesenta preguntones acerca de mis métodos desaprobados por la OMS y APRODEH, de alrededor de seis mil mangos ahorrados, de cuatro gordos estafados, de una primera temporada cerrada y otra en marcha en el gimnasio, de constantes vaivenes de mi masa magra, de raudas interrelaciones con otros miembros del gimnasio, de pocas sesiones de sauna (mal necesario) e incontables cuartos de hora en los vestuarios, de un par calambres, de haber completado más de 1000 km de amor en las fajas, después de todititito eso, es el momento de presentar entregas acerca del gym.
No puedo negar el empujón inspirador de Cebaz y su blog Guata Ingrata que pasó bajo mis lentes, al igual que Juan Manuel Robles con la nueva temática (mucho más interesante) de su blog. El adelgazamiento no es el tema central de estas entregas, pero de hecho se tocará el tema, al menos tangencialmente.
Bueno, supongo que hay quien espera la canción de Olivia Newton-John. Nada que ver, es más trillada que sketch de escuelita en programa cómico; quedense con Groove Armada, alguna vez fui adolescente, para que se expliquen porqué no me saco los lentes.
Por cierto, feliz día de la mujer.
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
Atajitos: Gimnastic
jueves, 5 de marzo de 2009
Deseo
26 de Febrero del 2002:
Hoy quiero que me cancelen, el calor me ha cansado demasiado.
No recuerdo el paredero del post it donde escribí eso, pero sí las consecuencias de mi deseo. Ese día, V, felizmente, me canceló antes de que yo pudiera hacerlo; el calor extenuante de ese verano, un domingo bastante trajinado y sonriente con LMS, y un gran paseo de tramites que tuve en un punto extremo de la ciudad alrededor del mediodía me habían consumido, y prácticamente "consumado el campeonato a favor de LMS" (siempre se cuecen habas en el deporte rey); de todos modos, lo que quería es que ya no interfirieran más en el camino hacia LMS.
Echado en mi cama, mis 83 kilos, mi humanidad de rostro hundido en la almohada sintió la necesidad de llamar a su virtual campeona, pero no quiso pararse para llegar al teléfono. Tendido, escuchó una voz carmesí, su consciencia, la salamandra: "Mucho cuidado con lo que deseas debes tener, Raulín Raulón, pues eres muy joven aún".
El tiempo le dio la razón. No volví a conversar de verdad con V hasta después de varios años, ni con la misma polenta de ese verano; demasiado calor me había cansado.
Un comercial de aquella época veraniega, para que no anden diciendo que mis imágenes de tiempo de campeón son en blanco y negro: D'Onofrio, algo pasable en comparación a sus más recientes y apestosas campañas.
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
martes, 3 de marzo de 2009
Defunción
Sincera confesión
Anónimo
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Pizcas de sal sobre la herida
domingo, 1 de marzo de 2009
Hablan las imágenes de VL
Siguiendo la tradición de bloggers como Yvonne y El Dios Ateo, me complace presentar este extra, este sabroso entremés:
Sincera confesión
Anónimo
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15:28
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Pizcas de sal sobre la herida