lunes, 30 de marzo de 2009

El integrante más joven del Club Escandinavo


RR: (Sin levantar la vista) Estoy buscando prioritariamente expedientes penales, mi estimado Chano. El procedimiento lo conozco al dedillo, quiero uno que llegue a Suprema...

Chano: (Más atento a la conversación) Verdad pues, tú has trabajado en eso. Pero, ¿de todos modos tiene que ser penal?

RR: Ahora, al paso que voy, fácil agarro uno de familia...

Chano: (Esbozando una sonrisa malévola) Sí, veo expedientes, pocos, pero te pueden servir...

RR: (Levantando la mirada, y devolviendo la atención total) ¿Sí?

Chano: Sí, mira, un divorcio por causal, adulterio, ideal para tí...

RR: ¿Para mí?

Chano: Claro, para tí, que sabes de cachos...


Ambos compañeros ríen. Honor a la verdad: El chongo salió bien.


Desde mi punto de vista, estaba cantado. Desde mi gruñón y amargado punto de vista, con veintitantos años a cuestas y situaciones que me han envejecido más que el cigarro. Porque eso se sabe (mal que bien, existe la experiencia), se descubre, se deduce (por la señas descritas por el buen Cisneros) y cuando no, un verbo más poderoso aún: Se intuye. Y todo eso fue lo que le falló a Alfie Patten, aquel imberbe que creía ser el padre más joven de Europa, el fenómeno al que le crecieron cuernos antes que barba.


Cuando ya no se tiene que impostar voz para hablar con una chica "más grande" (o se deja de utilizar el comparativo "más grande"), se paga "universitario" y no "medio" o al percibirse los primeros ingresos, es intratable ser víctima de una sacada de vuelta. El orgullo la reputación de uno no admite la posibilidad de ser víctima, el lorna del asunto, el que recién descubre la pólvora cuando ya le cayó una bomba nuclear, sobretodo cuando se está en un mundo donde sé es algo por voluntad popular y no precisamente por autonomía. La verdadera procesión interior madura con uno, chocando de formas más profundas a medida que pasa el tiempo, pero creando anticuerpos cada vez más eficaces.


Uno se vuelve más duro con el mundo y autocrítico consigo mismo. Ya no es lo mismo en lo que confiaba, en lo sólido de la relación, que no había sido más que una fe adorable blasfemada... por una falsa profeta. Ya no es fácil confiar de la misma manera en cualquier mujer, teniendo también en cuenta la tendencia reciente de algunas mujeres a "comportarse como 'hombres' ", así como en las posibilidades de establecer algo significativo con alguien, sin necesitar ver con el rabillo del ojo a los costados, ejercer celos o simplemente sentir la sombra del fantasma de una infidelidad anterior.


De otro lado, aún sabiendo quien fue culpable, uno no puede dejar de responsabilizarse por alguna ineptitud: ¿Qué fue lo que sucedió en verdad? No es lógico que haya pasado eso si uno había sido una pareja medianamente competitiva, al menos; significa que hay un defecto de fábrica, que ocupará las pesadillas del flamante atrasado, analizar las causas de tanto desastre y como mejorar el sistema de Defensa Viril, desplazando a lo que puede ser menos penoso: Culpar a la verdadera responsable. (N. de R., por eso, aconsejo no ver telelloronas donde los hombres son culpables de todo, incluso de "arrojar a sus mujeres a los brazos de otro").


Más que manejarlo, la cuestión es destruir el problema, enterrarlo hasta que quede un ridículo copete como recuerdo risueño. Al menos, los hombres tenemos algo a favor: La infidelidad de una chica puede desacreditarla casi definitivamente, e incluso convertirlo a uno (mitología de por medio, a veces) en una especie de héroe que probó la comida envenenada antes que sus compañeros. Después, o incluso sin pasar por la etapa previa, se va olvidando de a pocos, dejando que el horrible sabor de esa medicina pase y la lengua recobre su ímpetu, asimilando eso llamado experiencia. En cualquiera de los dos supuestos, uno puede salir del closet escandinavo.


¿Cuál fue mi elección? Salir de ese closet. Como cliente escandalosamente insatisfecho, armé un chongo estilizado como para que nadie olvide que cierta persona (que, por cierto, lee este blog) era, es y será tramposa, que le encantaba coleccionar chicos de la PUCP, que lo suyo era calentar la sopa (para no dejar tomarla) y claro, reclamar el tiempo, pasiones y sensaciones perdidos en ella. Por supuesto, y acorde con una frase de moda, lo mío era Cometer Venganza y Rencor, ni olvido ni perdón, por lo menos hasta sentirme plenamente resarcido.



Los años pasaron, la madurez cayó y fui superando el tema como un hombre civilizado, la espina profesional, se removió el año pasado, de manera muy profesional. Eso sí, no me arrepiento de ciertos actos vengativos que ejercí, e incluso siento que José Luis Carranza, el "Puma", ídolo y patrocinado vitalicio de esta casa, jugó muy mal a sus compañeros Búfalos Mojados, después de haber sido víctima de un escandalete perpretado por su propia esposa. Comprensible, de todos modos, al ser su problema ya no de tres, sino de cinco, y estar el buen "Puma" en una etapa superior a la mía (eso sí, de la puteada que le deba haber mandado Chemo o Martínez, nica se salvó).


Pero bueno, ¿qué hay con el integrante más joven del club? A su edad, por supuesto, no sabría de qué chícharos hablamos. No sé cuanto debe afectar a un niño que, posiblemente viva pegado a su Nintendo Wee y no tenga idea de problemas como la eyaculación precoz o la falta de comunicación, una situación así. No sé si tendrá que toparse con la burla diaria de sus compañeritos (lo que aquí sí pasaría aquí), o tener que mirar la cara de otros posibles padres de la que, hasta el viernes, era su hija. ¿Cómo será sentirse así de engañado a los 13? Engañado por su noviecilla de juguete, por la familia de ella (que mucho no ayudaba a que la niña vaya por el camino diestro), por todos aquellos interesados en mantener esa farsa millonaria, por haberse convertido en el payaso de todo su entorno. A los 13, a los 13 yo recién comenzaba mi larga carrera de tropiezos, soñaba con debutar con Gianella Neyra, no me imaginaba nada de eso, ni siquiera me preguntaba acerca de un porvenir no tan feliz... ¿y el de Alfie Patten?


Tal vez solamente quede recibirlo en el club, aunque no haya querido jamás salir del closet y/o haya sido demasiado joven para asumirlo, y compadecerse por su violento ingreso a la hombría...


En fin, la primera canción de este post es una que escuché cuando yo estaba en la misma etapa hormonal de Alfie, un tributo kitsch a los noventa: El Santo Cachón (no se pierdan al perro del 3:29). Y la segunda es la amenaza a cualquiera que pretenda salirse de cauce: Scandal de Queen.





sábado, 28 de marzo de 2009

Voy a apagar la luz, para no pensar en tí

... para no pensar en tí.


De alguna manera tengo que sobrevivir. Sé vivir de la pobreza, ¿por qué no de la oscuridad?


Bueno, soy testigo de la trafa, ya sea de D'Onofrio y de cosas que se le parecen. Puedo vivir con cosas mejores, pero no sé porque, cada vez que se vuelve a manifestar, una fe absurda reingresa en la mente de uno, para creer en una revelación, cuando lo que hay es otra vuelta a la tuerca, otra ramificación.


No me gusta el papel de tarado de cumpleaños ni la resignación, soy lo suficientemente orgulloso para admitirme engañado, incluso prefiero admitir mi error pero no disculparme por ello. Gasté un sol en un helado Lamborgini (de color rojo, como los de esta casa), unos productos con un sabor de chocolate más seguro, con una propuesta comercial más estable y objetivamente cierta (vean el comercial del sandwich, y díganme si no es un ejemplo de perfecta publicidad comparativa).


Según el foro Fesibuq, las principales piruetas de D'Onofrio se centraban en:


a) Los carretilleros condicionaban la aplicación de esta promoción a la compra de uno o más helados a precio normal.

b) El stock ofrecido fue bastante más reducido en muchas zonas, respecto al de días normales.


En fin, hubieron buenos momentos de D'Onofrio, aún hecho en el Perú, pero ya tiene en frente una oferta que no sólo abre la competencia, sino que se ve sólida. El consumidor merece algo mejor, sobretodo si tuviese ganas de pasar la página, o arrancarla y quemarla.


Pero, eso sí no lo puedo ocultar, ¿por qué tanta credulidad? No sé cual fue el motivo para apagar el cerebro, y no darnos cuenta de que era una oferta linda, tal vez, pero absolutamente inverosímil. ¿Qué tipo de control puede haber sobre los carretilleros? Ninguno, siendo ellos (el último eslabón) quienes tuvieron que dar la cara o perder su ganancia diaria, en muchos casos, y recibir directamente las puyas que su patronal merece.


¿No hubiera sido mejor establecer la promoción en ciertas cadenas, o que sea dicho precio en ciertos distritos, o para ciertos helados? Algo que podía ser satisfactorio, sin dejar de ser realista.


Particularmente, yo también haré lo mismo; no me gusta que me la hagan, ni que me subestimen, ni hacer planes por las huevas. Podría correr hasta alcanzar al heladero que está a cinco cuadras de mí, capacidad y fuerza no me faltan, pero ya no tengo ganas, puede que quiera que compre un combo, o que sólo tenga los horrorosos helados Inca Kola. Simplemente no quiero correr por gusto, como un Forrest Gump.


Me merezco algo mejor, por eso guarde siete soles para comprarme un helado en Palermo, algo a mi medida. ¿Freak, desubicado y sin amigos? Puede ser, y tal vez por eso sea (como siempre) un no-D'Onofrio, pero al menos puedo encontrar lo mejor entre lo que busco.


Sin embargo, hay algo que se parece a D'Onofrio de lo que no me es tan fácil deshacerme, ni desterrar, pues ni siquiera sé si sea correcto o no. Y por eso voy a apagar la luz, para no pensar en tí...

viernes, 27 de marzo de 2009

Profesionalismo: Enfrentando a la deshidratación

- No te enfermas muy seguido, ¿verdad?

- No, no hasta el momento. Sólo una vez tuve síntomas similares, cuando era chico, ni siquiera estaba en Lima. ¿Tiene que ver con el cigarro?

- No, no, más bien parece que has estado tomando muy poca agua últimamente...

El doctor estaba en lo cierto, y ese factor había dejado de ser sólo un gaje del oficio. Como muchos de ustedes sabrán, suelo preferir el trabajo de campo a tener que pegar las nalgas a un mismo asiento y la mirada a un mismo ordenador, el viaje por una ciudad que nunca termino de conocer siempre tendrá algo de prioridad; el gran problema es que esta semana dejó ver su lado negativo.



Será mejor revisar los elementos que combinados, anunciaron el decaímiento:


- Encorsetado en un traje de lanilla y/o casimir, una camisa que en muy contadas ocasiones será perfectamente ventilado, amarrada por una corbata en el cuello, complementada con esos duros zapatos de vestir, aunque amplios, siempre proporcionan una cuta de prisión.

- El tóxico ambiente de las inmediaciones del Alzamora Valdez, de la mayoría de calles de La Victoria y, sobretodo, de la Av. Canadá (por alguna razón, esta avenida me parece casi tan intratable como la Av. Huacatay). Claro, y aunque parezca un lugar corriente entre los bloggers, sin excluir el horno nazi que puede ser un bus.


- Un calor que llegó a los 28º (30º dentro del saco).

Resultado de la combinación: El doble de sudoración y sensación de sequedad que en ocasiones normales.


El hecho de estar pendiente del trámite y de las vueltas que me quiera largar algún secretario que guste de pasarse de gracioso, o la atención ferrea a los detalles de cada expediente que reviso arriba o abajo, suelen absorver la totalidad de mi atención, en detrimento de factores tales como el peso de los documentos, el tiempo, la distancia hacia el lugar más decente para comer y, sobretodo, el elemento hídrico. Yo mismo era un reflejo de la humanidad actual: Con poca agua, la necesitaba más, para algo de verdad y no por mero antojo (en el cual había desperdiciado una buena dosis), y para el inicio de la tarde, beber era más importante que comer (se puede vivir sin comer, pero no sin beber).



"Al menos en la Av. Canadá venden San Luis con gas y mucho KAS" pienso en el bus, mientras veo a la gente que ocupa ese bus (libre de basura), a la altura de la Av. Isabel La Católica, llegando al cagódromo. ¿Por qué es tan fácil para casi todos ellos, con sus bolsas, sus trajes de fibra sintética, su manifiesta transpiración, vivir sin agua? Y el cobrador, como casi siempre, cero sorbos, ¿es que a esa deshidratación se debe el comportamiento de los cobradores a partir de las 4:00 pm? Los únicos con agua, una botella como distintivo, son los otros personajes del mundillo jurídico: Dos patas con camisa de manga larga y una chica, mandando un mensaje de texto y bebiendo de su botella, con cara de enojo contra ese jefe que no la manda en taxi (y que, casi por descontado, le exigirá los boletos de los buses que tomó).



Bajamos los cuatro en un paradero común: Av. Guardia Civil, el paradero de INDECOPI. Piso fuerte y siento el impacto en la pantorrilla derecha, después del acto reflejo primitivo (ponerme la mano en el lugar del dolor), ejerzo el adquirido, buscar en mi bolsón la botella que todavía no había comprado. Si no encontraba otra botella, el día sería más largo de lo que hasta ese momento era.


Los dolores en la pantorrilla continuaron durante ciertos días, a los que se sumaron una leve sensación de fatiga y la acumulación de sal y pellejito suelto alrededor de mis labios. Decidí ausentarme del gimnasio durante ciertos días como medida de prevención y ante otro síntoma extraño: Mi creciente sensación de irritabilidad, la cual no se debía necesariamente a la falta de agua, sino a las circunstancias mismas de mi misión principal ejercida, casi literalmente, "a secas".


En los siguientes días, me sometí a diversos agravantes, tales como comer cebiche y ser sujeto de interrogatorios sobre ciertos temas de los que es mejor no hablar, de consumir porciones considerables de queso serrano delicioso al llegar a casa, y de seguir con esa rutina que parecía más llevadera en mi etapa de trabajador dependiente. Los calambres se sucedieron, mi estómago se hizo algo intolerante a la sal, al pescado, a la cerveza que me ofrecieron algunos amigos del cole el fin de semana, al chocolate que alguien me ofreció el sábado y finalmente, el incremento de la necesidad de descansar y de visitar a un médico...


Como que había que rehacer mi relación con el agua dulce en general, como suelo plantearme cuando trabajo y estoy más lejos del agua, ocupante del 60% de mi espacio corporal y del 32% de mi chamba. No es extraño que me obsesionen las imágenes de espejos de agua, a cuyas fotos acudí ultimamente en busca de cierta distención por esta mezcla de acontecimientos, mientras tomaba mi jugo de naranja (cítricos, ¡más y más!).




¿Mi "tinaco" favorito? Tingo, aunque en los últimos años haya pasado por un proceso de "ornamentación", sigue siendo mi retiro favorito. Eso sí, a pesar de la metamorfosis similar a la mencionada, la fuente Tradiciones del Parque de la Reserva siempre será especial (foto de abajo).






En fin, la esperanza es certera: Alguna vez, tarde o temprano, recuperaré mi nivel acuoso, tendré un tiempo para visitar las gélidas aguas de alguna laguna de puna, o de un mar tranquilito, solitario, individualista. Mientras tanto, sólo queda levantarse y salir al sol, antes de saltar de cubierta...

jueves, 26 de marzo de 2009

Hablan las imágenes: Las gordas y el ombliguismo

Bueno, tengo que mencionar nuevamente a los pioneros de esta costumbre, y también del mismo tipo de suerte: Yvonne, Alberto F. y Dios Ateo.



A veces pienso que no me he equivocado cuando opiné sobre el sexo en general en el mundo, que poco a poco se vuelve en el bien más valioso del mercado. Y si no, al menos lo es en el Google, a cuyos dueños la arrechura de otros habrá alimentado hasta la saciedad.


Si mis intereses hubieran sido más lucrativos, hubiera puesto AdSense. Hubiera tenido un poquito más de dinero, sobretodo gracias a los aficionados a las gordas y al uso de un cráter corporal no profundizado; que las imágenes hablen, ya voy creyendo que todos alguna vez expusimos nuestros blogs a la de un incesante ciberexcursionista sexual de boxer y BVD.


Alguna vez pensé que había gente capaz de idear un bypass penetracional perineal-umbilical, ahora estoy seguro...





Tal vez sea el pata tan mechacorta, que sólo entre en el ombligo, en fin...


Chicos, los dejo con esas imágenes extraídas de ciertos came froms que, por lo demás, confirman que este blog se va popularizando en los sectores "subterráneos" del consumo en el ciberespacio. Ahora me voy al concierto de Maiden, del cual hablaré más tarde, pero de quien les dejó algo muy bueno: Number of the beast.





martes, 24 de marzo de 2009

¿Por qué no muestro el blog a mis amigos?




En el 2006, casi simultáneamente a la apertura del caso Limón, hice mi segundo estanap comedi: "Coca-Cola's Triki Track", por los tres años que por entonces tenía sin campeonar (y con el gentil auspicio de Coca-Cola, ¡más y más!). Los 42 minutos tenían una tónica simple: Hablar en términos jocosos de lo que significa la rehabilitación post ruptura traumatizante, el salir del closet escandinavo***, los problemas de salir con una (literalmente hablando) modelo de radio o con una chica de cole pituco aunque ya estuviese en la universidad. En fin, vicisitudes, porque "el chiste, triste, es dos veces chiste".


Como todo hombre de escenario, no podía reirme de mis propios chongos, ni aunque fueran realmente graciosos. En realidad, no tuve porque reirme el resto de la noche (el cumpleaños de una amiga mía), sino quedarme sentado, chupando callado cerca del escenario, recibiendo felicitaciones, comentarios livianos, más risas, y confirmando lo que ya estaba pensando: Mis amigos nunca entienden, jamás lo harán, y posiblemente no les interese si aún tienen circo. Ya no solamente pensaba en lo disfuncionales que (por entonces) podrían ser mis lazos amicales (y afectivos en general) y por ende, en mi rotundo fracaso en mis relaciones humanas en general, sino también en la cuestión creativa...


Estoy seguro de que alguna vez, por mera casualidad, alguno de ellos ha pasado por aquí, o porque se lo "sugerí" (también he sido un blogger principiante, aunque no sé si ya no lo soy), pero eso no me asegura nada. También fui (soy) un adolescente, de esos que pueden llegar al extasis al ver su obra alabada por algún desconocido, o publicada para todo el país o toda una comunidad estudiantil.


(- Sí, Raulín, tu cuento está precioso, me encanta como escribes!!!!

- De verdad, no sabía que lo habías leído...

Por alguna extraña razón, esa leve emoción con la que Cinthya (llamémosla así, porque es su nombre real) comentaba mi cuento, me despertó la circulación. Era un recopilado de juegos florales de 1999 (en el que firmé como Arturo Vásquez).

- En serio, me gustó, me gustó mucho, en especial cuando se vuelve a encontrar con su mamá...
¿La mamá de quién? Mi cuento no mencionaba ninguna madre, preferí que el pez por la boca muriera, sabía a que cuento se refería: El anterior al mío.

- Ah, sí, es que ese encuentro tenía que darse, la esencia del cuento era ese enfrentamiento (¿Qué encuentro? La inercia de las palabras es como una droga), porque en realidad, era el sentido de toda esa travesía...

- Sí, en cambio, el cuento siguiente me asustó un poquito...
- ¿No conoces al autor?

- Ni quiero, me asustaría tener un amigo que vive obsesionado con las cosas que compra.

- Tendrá sus razones (en realidad, había exagerado un poco el asunto, la historia era sobre un regalo que compré hace casi diez años y que se quedó conmigo hasta el final de ese caso, tomando el rol oidor de su imposible destinataria).

- Creo que se llama Arturo Vásquez...
En ese momento, pasó por ahí un amigo de otra sección, vestido con ropa punkeke y lentes gruesos, nos saludamos, y él subrayó el error de la bienintencionada (y lectora de Coelho, como descubriría gracias a su jai faif años despues) Cinthya: "Habla, Arturo...")

Es igual. Hasta el día de hoy, mi obra es como yo para muchas personas: Les encanta, les conmueve, les causa admiración, les hace reir o pensar en ciertas cosas, y hasta llegan a preguntarse porqué no seguí Literatura, pero nunca jamás llegan a conectar la prosa con la realidad. Eso me hace pensar en lo falso y/o superficial de algunas de sus opiniones, o en que muchas de mis cosas no son más que meros chongo, mera anécdota para otros que no admiten esa faceta como real, en fin, cosas que me hacen pensar que he perdido mucho tiempo, dinero y esfuerzo.

De otro lado, hay muchas personas de la vida real aludidas aquí, de quienes rajo feo. Y si no, hago algo mucho más importante: Escribo aquí las motivaciones de mi comportamiento en la vida real para con las mismas. Los post referentes a mi reestructuración personal (aún en marcha) tienen la explicación de porque en varios cumpleaños, faltó mi saludo o mi regalo, o porque ya no están mis mails o mis llamadas... extrañamente, muchas de estas personas, durante la primera temporada de este blog, declararon hasta "ser fans" de esta casa. Mira que cosas, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla...

Es sólo eso, ahora que estoy en una nueva época del terror, que he sacado mi peluquita de Robespierre para cortar algunas cabecitas, es necesario hacer ciertas aclaraciones. Por supuesto, tengo amigos que siguen este blog, lo comentan cuando creen necesario y, felizmente, no cometen el pecado de la imagen que adjunto a continuación.
Tal vez sea mejor decirlo a la ruda para eficiente manera de Wayne Arnold (minuto 4:41), así que PPFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!!!



Las fotos de la cabecera corresponden a una de las pocas publicaciones que conservo conmigo, el recopilatorio de Generales Letras del 2003. Tengo dos ejemplares conmigo: Uno que conservo por razones emocionales (me lo entregaron poco después de una fea crisis que tuve en el verano del 2004) y el otro, pues, que cosas, lo guardé para "entregale a esa persona muy especial (my special K, my significant other) un ejemplar de la primera y agotada edición impresa de uno de mis cuentos, el único existente firmado con mi nombre real".

Leyendo bien el cuento, a los años, me fui dando cuenta que mi propósito era una cojudez tan grande como el cuento mismo (tengo mejores cosas). Hoy, 21 de Marzo del 2009, encuentro hasta gracioso el hecho de repetir esa frase entrecomillada del párrafo anterior, con voz afeminada e inclinando la cabeza de un lado hacia otro... que cosas, que cosas...



*** Salir del closet escandinavo: Admitir que uno fue víctima de una sacada de vuelta.

sábado, 21 de marzo de 2009

Profesionalismo (1)



Una de las grandes fronteras de Lima es la Av. Abancay, Av. Huacatay, Av. Mierda como la suelo llamar. Siempre lo fue, cuando era un jirón que moría en los muros de San Francisco separaba la ciudad de los criollos de los asentamientos de indígenas, negros y pobres del barrio de Santiago del Cercado; la sede central de los palacetes y otros vestigios de una villa jardín del jirón Capón, de los hospitales de enfermos incurables, del callejón Otayza y del opio reinante; la Lima con aspiraciones peninsulares y desdeñosa de la Lima ultramestiza, esa que no es incluida en los paquetes turísticos, como suele pasar con el país. El resto del país devolvió el golpe con la mutilación del convento franciscano, hasta apropiarse (a su manera) del jirón, convertido en la avenida más tóxica de todo Lima y en escenario de más de un conflicto social a lo largo de la historia.

Pese a ser las 8:10 de la mañana, me veía forzado a hacer cola para entrar al que fue el edificio público más imponente de toda América Latina en su tiempo (hasta 1971), el Javier Alzamora Valdez, ex Ministerio de Educación, hoy sede principal de la Corte Superior de Lima desde 1995. Mi principal misión no era "chamba", aunque sí la complementaria, en realidad también vendría a ser principal, porque en ese par de casos tengo harto que ver.





Paso la revisión de mi maletín y nuevamente, a pasar por otra cola, para los ascensores. Tenía que ir hasta el octavo piso de los 22 del edificio, presentar un par de escritos y apersonamientos, y hablar con el secretario lo más pronto posible. Como dije, esa no es mi principal labor ahí, mejor dicho, no es la que más me concierne, aunque sostenga la principal. Felizmente, conozco al secretario encargado de mi expediente, afortunadamente lo conocí cuando había aprendido una de las cosas más valiosas de mi profesión, y había apaciguado un rasgo de mi personalidad adolescente, de "estudiante de pregrado": Hay que ser cortés y complaciente hasta la pleitesía con quienes ven tus casos aunque sean unos reverendísimos apestosos, y no hay que ponerse faltoso ni tomar la autoridad que a uno le da el pagar impuestos. Aunque sinceramente, este patita no encajaba en el prototipo de funcionario judicial al que habría que besarle la sortija; era nuevo, y era mejor disfrutarlo, lacrearlo y mover el expediente antes de que lo hagan rotar, o que el "rote" solito.


Prefiero bajar los ocho pisos por la escalera, siempre, todas las veces en las qu e tengo que subir, no por gusto voy a gym. Es verdad que por esto de las "asesorías", tramitaciones y demás no gano más que por un cachuelo (en realidad, lo es), pero bueno, es culpa de ellos por firmar un contrato que establecía Lima como Distrito Judicial para sus posibles chanchullos. Como digo, desde el 6-Mar, mi interés primordial se encuentra debajo el hall principal.


Y así, casi todos los días de estas dos últimas semanas, pensando no sólo en la necesidad de sacar el expediente penal que tendré que sustentar, sino también en la urgente de acostumbrarme a ciertos pasillos, ritmo de caminata y falta de agua que me impactó ligeramente en este mes de marzo.


Debo confesar que durante el mes de Febrero, fui evadiendo cobardemente este tema por una cuestión sentimental (para variar): No quería saber mucho de la abogacía después de mi conflictuado paso por el estudio, ni por el desilusionante final de mi vida como estudiante. Lamentablemente, pensar en esos temas me obliga mucho a hacer un repase sobre lo más pesado de mi vida en los últimos años, en factores en que preferiría dejar atrás para no tener que acudir a consulta nuevamente, en cosas que, correspondiendo al post anterior, suelo pasar por alto por su complejidad y carga, excesiva para esta época especializada en la veleidad.


En fin, esta es sólo la primera parte de mi viaje de hoy, el cual se prolongará hasta INDECOPI a revisar unos cuantos expedientes. Si tengo suerte, a partir del 25-Mar podré pasar por la universidad a recoger mi cartón de Bachiller (el que supuestamente iba a recibir en mi graduación, según mis televidentísimos padres), pero eso ya no es parte de este post, a ver si me doy abasto para escribirlo.


Ahora escfribo este post luego de recuperarme de un molesto episodio de deshidratación que sufrí entre el jueves y el domingo de la semana anterior. Eso y la falta de sueño, después de la parranda me fui de boleto para el Manchester-Liverpool... lo vale, carajo, lo vale, 1-4, es uno de esos disfrutes incomparablemente futboleros.


Update: Ayer, viernes, también estuve con la boca reseca, esto ya me comienza a saber a kión.

miércoles, 18 de marzo de 2009

El inconsistente tema del Verano

No sé si me equivoco, pero los temas del verano no tienen consistencia.


Hace poco pensaba que lo que surge entre fines de Diciembre y comienzos de Marzo no tienden a significar demasiado, o a durar, o a requerir mucho de uno. Es mucho más lígero, más relajante en algunos casos, y en otros, dicha incipiencia llega a ser fastidiosa. En realidad, hace cierto tiempo le perdí la fe al verano que, si bien es cierto nunca me gustó demasiado, era como un Papá Noel de adolescencia en cuya benevolencia creía.


Como que el verano significa generalmente descanso, vacaciones, momentos de solaz, reposición, torneos de verano, lo que sucede se queda en el verano. Tanto en el cole como en la universidad (incluso con ciclo de verano) la tónica académica casi general era no tomar nada serio en esos meses, o de tomarlo, no hacerlo tan seriamente, darse al relajo sin reparar en la importancia que pudiese tener. Que se derrita rápido al sol.


Después de casi todo un día de chanchullos jurídicos, me siento más relajado. Sé que estoy haciendo algo serio, algo muy importante para el presente, pasado y futuro, pero igual tengo la sensación de que no es precisamente lo esencial que estoy buscando. Le pongo ganas, las suficientes para salir adelante y llamarme sin tapujos abogado a fines de este año, pero no es lo mismo que eso... que es algo que quisiera no olvidar nunca ni dejarlo atrás facilmente, ni sentirlo como un esfuerzo sobrehumanamente molesto pero necesario que podré canjear por una satisfacción mayor...


Nunca me puse máscara alguna, soy así. Los veranos ya no son como antes, por eso quiero que se acabe rápido, su creciente frivolidad me inquieta, lo insuficiente de su capacidad de aferrarme. En fin, mientras tanto, disfrutarlo al menos, mientras tengo algo de tiempo libre y pueda seguir dejando inactuales.




Me quedo con esta canción de Mungo Jerry: We're not bad, we're not dirty, we're not mean, we love everybody but we do as we please...

domingo, 15 de marzo de 2009

Gimnastic: La matrícula

Lo admito, hasta antes de Nov-2007, desde 1998, había intentado todo por perder peso; no vale la pena ennumerar los métodos, me da roche de todos modos, pero todos tenían un punto en común: Su insuficiente dosis de testosterónica constancia. Desde el intento de salir a correr por el parque Bausate y Meza (ese triángulo mínimo al lado del ONPE, y que parece ser la cereza del helado llamado Campo de Marte) hasta dietas que no duraban más de dos días, con lo que mi madre ayudaba pensando que "me iba a desmayar".


Ya a fines del 2007, toda mi familia, osea el manchón que representa la pareja nupcial Vásquez Rodríguez, había comprobado que no podía desmayarme ni con tres días de ayuno absoluto. En efecto, perdí cuatro kilos y pico que, en una proyección optimista, creía poder perder recién a fines del 2008; sin embargo mi salud no sólo me preocupaba, ME ASUSTABA, por lo que decidí visitar un consultorio para conocer el sello de la nueva cara que comenzaba a mostrar.


Los resultados fueron claros: Se había perdido peso, sí, pero en un mix tradicional, con esto quiero decir que no se perdió sólo grasa y cierto exceso de agua (como suele ser el ideal), sino también fibra, tejido útil, masa magra. De otro lado, mi colesterol había disminuido muy poco, igual que mis trigliceridos, y la presión seguía igual, principalmente por el oscuro porvenir que divisaba. Parecía que sólo había cavado la mitad del túnel, pero aún no estaba debajo ni del patio del penal de Lurigancho, o no había cruzado aún el Jr. Marconi.


Después de cada día de trabajo, por entonces, y debido más que nada a la tirria contenida, solía correr por el Campo de Marte hasta... cansarme, lo que no representaba más de 7 minutos diarios, y la cuestión distancia no había cambiado mucho: Corría desde la intersección del Jr. Horacio Urteaga con Jr. Nazca hasta... un poquito más allá del monumento de los caídos de la guerra de 1941.



Esos días, volvía a mi casa alegando tantas tonterías tipo César Nalgasaki, como de costumbre: Que es difícil correr después de un insufrible día de chamba, que aún no me recupero totalmente del asma, que así es el organismo de un fumador empedernido... en fin, una bola de embustes. Era un rasgo general de mi estado físico psíquico (como el de muchos otros), un cambalache incesante de peros, excusas contradictorias, cualquier cosa para evitar tomar el toro por las astas en muchos aspectos de la vida, escudándose en posibles soluciones como "todo pasa por algo", "ya llegará el momento", "no es tan malo de todos modos" o, ja, "todo cae por su propio peso". Mentiras que salen de uno, y que alimentan las mentiras del resto del mundo, tal como detallaré más adelante.


De hecho, esto sí había caído por su propio peso. Conversando con Raulex, nos dimos cuenta de que mucha de nuestra guanga consistencia corporal, amorosa, estudiantil y, por entonces, hasta preprofesional, se debe a nuestra leve disciplina para muchas cosas que consideramos "mundanas". Siendo reciente la sentencia del caso J, acordamos que, en lugar de unas chelas, ambos aprovecharíamos nuestros vales de tres días en el conocido gimnasio que estaba cerca de nuestras casas, ese mismo día. De todos modos, cada uno, sin torneo a la vista, tendría harto tiempo.


Después de las evaluaciones en los aposentos de las mujeres de blanco del gimnasio, y utilizando las fajas (que para entonces era, para ambos, meramente caminadoras) sacamos al fresco varios considerandos y una resolución:


1) Que Raulex estaba en peor forma que yo. Por eso, había caído tan pronto en el campeonato que se había cerrado, mientras yo terminé luchándola hasta la fecha final, ganando cuatro partidos al hilo (incluyendo el derby, pero igual, segundón).

2) Que estar dentro del peso, no significa estar libre de grasa; eran 82 kilos míos, de los cuales casi 25 eran grasita. También pueden preguntárselo a Juan Manuel.

3) Que el gym era relativamente costoso para nuestros sueldos aún de practicantes en Derecho. Sin embargo, más costosa sería una liposucción... o una cirugía a corazón abierto (y no éramos nada emos para desear morir).

4) Que teníamos más tetas que algunas de las tías que estaban ahí.

5) Que teníamos la posibilidad de sacarnos nuestros respectivos clavos en el verano con algunas otras "individuas", siempre y cuando ellas tuvieran más que nosotros de aquello mencionado en el numeral anterior.

6) Que había que aplicar el Análisis Económico de Alfredo Bullard, curso que llevamos juntos como Impuesto a la Renta: El alto costo implicaba, en realidad, un incentivo indirecto a cumplir con nuestra parte, a poner disciplina y sacarle todo el jugo a esa fruta. Si perdíamos ahí, perdíamos harto billete, era una apuesta fuerte...

7) Que íbamos a apostar. De todas maneras, el gym estaba abierto hasta las 11, había tiempo después de la chamba.


Bueno, al menos yo aposté. Raulex no pudo con los siguientes dos días del pase gratis, ni comiendo helados Peziduri con fruta...


Y fue ahí donde comenzó el getting fiscal, y el getting fiscal se decidió a... trotar... y trotando se construyó la historia... de la cual no sabes ni papa... porque esta es recién la segunda entrega que llega a tí...





El buen Homero descubriendo el gym de Springfield. El horario de ese establecimiento me caería a pelo.

jueves, 12 de marzo de 2009

Ese puerto existe...

(Foto: http://www.prensaperuana.com/)


"Alrededor de la misma mesa nos hemos sentado.
Jamás juntos, es cierto,
pero el pan era el mismo y el mismo ese rancio sabor
y el solitario apetito de encontrar y perder cada bocado.

No sé que nombre darle a estas cosas.

El papel está sediente de lágrimas.
El trazo resbala oriental, distante.
La tinta hace ruta, inalterablemente mortal"


Fragmento de El libro de barro (1993).


Es Blanca Varela. No suena derecho ni puntual, pero hay que decirlo: No se la pierdan.



Y el puerto, supongo que en verdad existe.


domingo, 8 de marzo de 2009

Gimnastic: Intro

Odio estar en el gym a esta hora. Los que vienen son viejos, muy guatones, tíos con olor a combi, viejas con pelos en el ala y con la guata colgando sobre la licra, sin contar los son cero músculo y están para el gato mocho. Fácil a uno de estos le da un infarto, ni Richard podría ayudarlos. Lo peor es que dejan apestando las máquinas, ¡y hasta a veces se demoran porque van con sus amigos!


Es mejor venir en la mañana, meterse a todas las clases y quedarse webbing con la gente hasta el almuerzo. Así es, mi rutina es básicamente de baile, una vez a la semana me meto a hacer cycling y máquinas. ¿Mi secreto para seguir regia? El sauna pues, aunque después de ir casi diario durante un año o por ahí, siento mis labios y mi lengua más pesados; da igual, tengo el poto bien parado, cero grasa en la barriga, ya estoy hecha para los implantes.


El problema es que una se convierte en el imán de los apestosos, sobretodo a esta hora. Al menos en la mañana, vienen puros chicos guapos como el chico del cycling (no sé, medio amaneradito se ve cuando se sienta en la bicla, que penita, ¡es churíííísimo!), pero a esta hora vienen puros aburridos, que sólo hablan de como va indiocopia (sic), bancos, la empresa, de la oficina, del juzgado, aaaaaaaaayyyy pues, la política es tan cochina, pufi, pufi y la economía, no sé, tampoco me gusta; vienen siempre con el cuento de necesitar la máquina, ¡y una no es otra máquina pues! Necesito media hora para usarla bien, también tengo cosas que hacer y una de ellas es mantener duritas las piernas.


Hablando de pufis, aquí viene uno, el de las tabas Adidas compradas en la Máquina del Tiempo; este pata sí que es un freak. Lo he visto mil veces caminando por mi casa, mirándome a los ojos y guácala pues, es un chancho, aunque ahora no tanto, fácil reventó como un globo y lo que veo de él ahora son los restos de plástico ese globo, como Ñoño. Igual es un chancho, casi nunca lo he visto conversando con la gente, y de hecho le encanta mirarme el escote (como todos aquí, si me opero, los cojudo se quedan tuertos), babeando como los negros del taller de la esquina. Siempre trae una toallaza, supongo que es porque está acostumbrado a usar cosas XL, como ese short ridículo que a veces lleva, si no es el short rojo (Adidas, fácil la usa para ir a tonear) o el de Educación Física de su colegio (fácil del Diego Ferré o del Guadalupe).


Aggggggg, está lleno de sudor, ni las chicas, ni los chicos, ni yo, ni todos juntos hemos sudado tanto en un año como este sólo hoy. Desubicado, hace ejercicio con lentes, fácil hasta se mete a la ducha con lentes, si es que se baña; es tan rochoso como su polo, "Sin grasa no hay gracia", nada que ver, este sí que es un desubicado maaaaaaaaaaaaaaaaal...


- Una pregunta, ¿te falta mucho? (Lo dicho, el chancho se acercó a hacerse el interesante. Que se aguante).

- Me faltan tres series más (A ver si así te quedan ganas de quedarte, lornaza, ¿por qué no te quitas los lentes para entrenar. Ni mirarlo, a ver si desaparece).


- Bueno, alternamos, ¿no? (¿No te digo? El truco de todos estos gileros nada-que-ver, apenas la ven a una sola; mejor voy llamando al limpiador, ¿dónde está Beto para que me defienda? ¡Cada vez que alguien me pide la hora, siempre viene él! Ah, en abdominales con las viejas esas).

- Está bien. (Pon tu toalla nomás, ¡Beto, help! ¡Los nerds se matricularon en el gym! Mejor se multiplican por cero).

- Gracias. Pero mejor me voy a la otra máquina, la tuya tengo que reacondicionarla para una persona alta.


Ay, duele. Mejor me tomo otro descanso. ¡Siempre me duele hacer ejercicio esta máquina! Al chancho no, es hombre pues, que espere. ¿Qué habrá querido decir con lo de "alta"? Ahí vuelve...


- ¿Cansada? (¿Qué te importa, cuatroojos? ¿Por qué no vas a tratarte de la hidroponía (sic) mejor? ¡Hueles a chela! De hecho pues, si tan rápido hiciste lo de la otra máquina)


Se queda mirando a otro lado el huevón. Fácil se alucinará con otra, porque yo, yo, yo, ya le puse mi cara de enojo.


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Por supuesto, el soliloquio anterior bien pudo ser el fragmento de un post enojoso de alguna blogger usuaria de cualquier gym (digo "una blogger" porque, honestamente, nunca vi o lei a un hombre escribiendo cosas así).


No entendía porque no se le había corrido el maquillaje, menos podía comprender que obvie que antes de las sombras y el colorete venían el agua y el jabón, en fin. Cosas con las que suelo lidiar, prefiero venir después de la chamba a levantarme a las 5:30 am, la hora más rica de sueño.



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La faja corredora (para mí; para otros, es trotadora o caminadora, y para los más decrépitos, andador) es la atalaya ideal para observar este ecosistema llamado gimnasio. Mi ubicación, pese a mi constante movimiento, me permite observar todo lo posible de este pequeño local, desde quien entra o sale de su camerino, hasta a los adictos a las mancuernas, gracias a estar más de dos metros sobre el suelo, pasando por los pasos de baile. Comportamientos, tipologías, de todo; es gracioso este ecosistema donde, increíblemente, se puede encontrar de todo, desde los estereotipos más inusitados hasta la gente más divertida e interesante.


Creo que es el momento adecuado. Después de más de un año del milagro del adelgazamiento relámpago, de más de sesenta preguntones acerca de mis métodos desaprobados por la OMS y APRODEH, de alrededor de seis mil mangos ahorrados, de cuatro gordos estafados, de una primera temporada cerrada y otra en marcha en el gimnasio, de constantes vaivenes de mi masa magra, de raudas interrelaciones con otros miembros del gimnasio, de pocas sesiones de sauna (mal necesario) e incontables cuartos de hora en los vestuarios, de un par calambres, de haber completado más de 1000 km de amor en las fajas, después de todititito eso, es el momento de presentar entregas acerca del gym.


No puedo negar el empujón inspirador de Cebaz y su blog Guata Ingrata que pasó bajo mis lentes, al igual que Juan Manuel Robles con la nueva temática (mucho más interesante) de su blog. El adelgazamiento no es el tema central de estas entregas, pero de hecho se tocará el tema, al menos tangencialmente.


Bueno, supongo que hay quien espera la canción de Olivia Newton-John. Nada que ver, es más trillada que sketch de escuelita en programa cómico; quedense con Groove Armada, alguna vez fui adolescente, para que se expliquen porqué no me saco los lentes.



Por cierto, feliz día de la mujer.



jueves, 5 de marzo de 2009

Deseo

26 de Febrero del 2002:

Hoy quiero que me cancelen, el calor me ha cansado demasiado.




No recuerdo el paredero del post it donde escribí eso, pero sí las consecuencias de mi deseo. Ese día, V, felizmente, me canceló antes de que yo pudiera hacerlo; el calor extenuante de ese verano, un domingo bastante trajinado y sonriente con LMS, y un gran paseo de tramites que tuve en un punto extremo de la ciudad alrededor del mediodía me habían consumido, y prácticamente "consumado el campeonato a favor de LMS" (siempre se cuecen habas en el deporte rey); de todos modos, lo que quería es que ya no interfirieran más en el camino hacia LMS.



Echado en mi cama, mis 83 kilos, mi humanidad de rostro hundido en la almohada sintió la necesidad de llamar a su virtual campeona, pero no quiso pararse para llegar al teléfono. Tendido, escuchó una voz carmesí, su consciencia, la salamandra: "Mucho cuidado con lo que deseas debes tener, Raulín Raulón, pues eres muy joven aún".



El tiempo le dio la razón. No volví a conversar de verdad con V hasta después de varios años, ni con la misma polenta de ese verano; demasiado calor me había cansado.


Un comercial de aquella época veraniega, para que no anden diciendo que mis imágenes de tiempo de campeón son en blanco y negro: D'Onofrio, algo pasable en comparación a sus más recientes y apestosas campañas.


martes, 3 de marzo de 2009

Defunción



Hace unos días, un familiar muy cercano a una de mis mejores amigas, Lu, falleció. No hablé sobre ella en el año nuevo, a pesar de ser parte del mismo grupo y porque para entonces, el problema con este familiar recién había comenzado. El anuncio de su estado se dio justo en la tarde del cataclismo en Cieneguilla, y en forma muy egoísta, no pudo ser menos conveniente para mí.


Una de las cosas ante las que no puedo oponer resistencias son acontecimientos tales como enfermedades mortales o la muerte en sí, y eso en verdad me tuvo pensando, junto con la condición especialmente desfavorable de Lu: Cuando nos conocimos, ya había perdido a uno de sus padres, y hace un par de años, al otro, por el mismo problema de este familiar. No era para menos, en cuanto pude me presenté con un arreglo en nombre de nuestros amigos en el velatorio.


Me quedé un momento muy sobrio, alejado del grupo de amigos; tampoco tuve valor para encender un cigarrillo por el terrible temor que había colmado mi cuerpo. Me fui tranquilizando un poco al ver a Lu bastante más tranquila de lo que esperaba, a diferencia de lo que sucedió en Diciembre, cuando no pude tener alcance alguno de su estado emocional.


Finalmente, me acoplé al grupo, todos ya algo sosegados y teniendo esta ceremonia como excusa para conversar sobre ciertos temas que nos interesaban a todos y/o algunos de nosotros. El celular de DJ sonó en ese momento, contestó y dio indicaciones para llegar a la iglesia.


- Es C, está llegando en cinco minutos.


Casi por reflejo, todos me estaban mirando; desde los días finales del 2008 no habíamos coincidido en nada, salvo una ocasión en la facultad, cuando sólo fui por unos documentos. Eduardo, DJ y Sandra me miraban directamente, como esperando alguna palabra o reacción de mi parte, ¿qué querían? ¿"Wasi-Wasu", "Yo no fui"?, situación que me quitaba la tranquilidad sin motivo coherente; los demás dejaban sentir el rabillo de sus ojos. Actitud que me llegaba y me hacía desconfiar mucho de varios de mis amigos, pues de por sí me molestaba que todos, incluso con quienes no tengo tanta confianza, sepan del tema.


Nuestro saludo fue frío, bastante frío. Ya no fue el encuentro de dos placas tectónicas como el año pasado, sino el roce de dos glaciares bastante duros, nada afectados por el calentamiento global. C se unió a la conversación como un pata más, tal como yo pensaba tratarla: Un pata más, procurando que esa posición que ambos nos dábamos sea lo menos dañino posible para la autoestima de cada uno.


- ¿Le han avisado al Anaranjado, verdad?


Cuando C hizo esa pregunta, todo el mundo la miró sólo a ella, directamente: Algunos con una cara de regaño por una torpeza, y otros con una expresión de reproche por algo hecho adrede. El Anaranjado es un ex novio de Lu que terminó con ella de muy mala manera, por lo que era mortal mencionarlo en ese momento. Lu era la única que desvió su mirada hacia mí, como quien pretende llamar la atención de la policía, y no era para menos.


- No, que no venga. Soy ducho en sacar a la fuerza elementos indeseables de los velorios - vi que la gente bajaba la cabeza, como que no habían asimilado el gazapo de C, así que tuve que seguir -. Abelo recuerda cuando murió mi abuelo, tuve que sacar a algunos supuestos prestamistas con otro primo, y a supuestas madres de sus hijos, ¿cómo un señor de 93 años podría tener hijos de 4 o 5 años?


Seguí con esa narración para barajarla. Lu sabía que el único que podía y sabía como controlar ciertos deslices de C era yo, así como conocía de la ojeriza secreta que había entre ambas desde hacía mucho tiempo (en parte, por culpa del Anaranjado), en la que todos sabían que yo no iba a estar del lado de C. Pero veía que no había servido de mucho, ya había un punto de inflexión que no se había desatado del todo...


- ¿Saben? A mí también me gustaría ser pelirrojo y que mi viejo hubiese seguido en el partido, para poder estar tranquilo con mi carrera condenada al fracaso.


Quería basurear al anaranjado: Lo que había dicho era de lo más sincero que había salido de mi boca en los últimos... ¿meses? Felizmente, las tensiones se desviaron hacia mi legítima aversión hacia quien tiene más a su favor. Por último, quería hacerlo mierda porque lamentablemente, desviaba la atención hacia los presentes acá por un ausente que no debiera significar tanto, especialmente de parte de los dos personajes más importantes de la escena; siempre pensé que la suerte mía no sería la misma si el Anaranjado no hubiese nacido nunca.


Abelo tenía que irse a otro lado después del velorio, y los demás se quedaban por Surco o San Borja, así que salí premiado: Me vi forzado a transportar a C a su casa, que estaba camino de la mía. Una falla Abelo, si vivía en Breña... no tomaríamos un whisky por ser día de semana, pero al menos habría con quien conversar en el camino. Lo de C en el velatorio nos incomodó a todos, especialmente a mí. Y no es disconformidad, no es algo que espere una corrección de parte de quien lo hace; era hastío, la confirmación de elementos significativamente defectuosos, imperdonablemente defectuosos. No tenía ganas de que C me hablara, al contrario, quería llegar rápido a su casa y que se baje sin tener que estacionar, de ser necesario, pero la torta se me volteó por un momento.


- En serio, no hubiera tenido nada de malo que venga el Anaranjado...

- Realmente, me llega...

- ¿Y por qué te llega tanto? Siempre tienes algo en contra de él...

- Dime si no tenemos razones. Sí, tengo algo en su contra, me alegro como muy pocas veces en la vida con su sufrimiento...

- ¿Por qué? ¿Por como terminó con Lu? ¿Por como la afectó? Siempre he pensado que Lu te importa demasiado, que le importa demasiado a todos...

- Sabes que no es así. Por lo menos no conmigo, la apreció tanto como se lo merece, así como contigo...

- Siempre te ha gustado, aunque seas amigo de su enamorado, odiabas al Anaranjado por eso...

- Lo detesto por algo que jamás entenderías. Eres una mujer que no...

- Siempre detrás, siempre atento, testigo de cada paso, ese es tu estilo, y por eso...

- ¿Por eso qué? ¿Te molesta que le preste más atención que a tí, o que pase lo mismo con otros? Sí, me conoces algo, sabes que ella para mí sería una pareja ideal, como todas mis...

- ¿Ves? Eres así, eres así, de tender trampas, en el momento menos pensado...

- Te equivocas. No me fijé en ella, lastimosamente. Nunca lo hago, siempre escojo malos números. Parece que queda claro...


Estacioné el carro. Necesitaba hacerlo porque esto sí se había puesto incómodo para mí y necesitaba un momento estático para disparar o recibir una verdad explosiva. C y yo, de cualquier manera, convertiríamos este carro en un coche bomba en el Parque de la Reserva.


- Tú eres la hipócrita. Tú eres quien viene a saludarla aún sintiendo la envidia que sientes sólo para quedar bien. C, te conozco mejor de lo que crees, sé cuando mientes, sé porque haces algunas cosas...

- Tú también tienes razones ocultas...

- Ni siquiera deberías molestarte por eso, al menos de mi parte. Sé lo que quieres y es lo mejor. Yo a tí jamás te he mentido, como tampoco a Lu, lo de hoy también lo hubiera hecho por tí, si no fuera por...

- ¿Yo qué? ¿Por qué no hacia mí?


Miré un rato en dirección a las piletas. Ya estaba harto y, sin embargo, para liberarme, existía la posibilidad de disimular el torrente ocular con el torrente de La Logia. Es el problema del ataque: Para embestir, es necesario bajar los escudos; aún así, mi mejor defensa fue el ataque.


- Porque hubiera hecho más por tí. Eso. Piensas tanto en tí misma, que no dejas que alguien piense en tí. Ni Roberto, ni Luis, ni Lu como amiga, ni siquiera yo, quien lo hace siempre termina mal contigo...

- ¿Sabes qué? Estás bastante insufrible, mejor salgo de aquí.


¿Qué creía? Se repuso la voz al toque. Tuve ganas de ir a Larcomar, comprarme una agenda de la Ley de Murphy y poner en la hoja del 24-Feb "Día de menstruación de C", para luego ir sacándole el cálculo y poniendo lo mismo cada vez que le podría tocar (tomando la variable Abancay aplicable a la legendaria irregularidad limeña). Que se baje si quería, su casa no estaba tan lejos de todos modos.


- Sí, anda. Los taxis abundan por acá.


Esa era la firma que faltaba en el certificado de defunción, la mía. El problema de los abogados es nuestra parsimonia: La mía, para la firma tardía, y la suya, para no jalar la palanca de la puerta a pesar de haber encendido yo mi cigarro...

domingo, 1 de marzo de 2009

Hablan las imágenes de VL

Siguiendo la tradición de bloggers como Yvonne y El Dios Ateo, me complace presentar este extra, este sabroso entremés:



Luego no me reclamen, ni me pregunten porqué no les hablo.